Que Mayor Oreja tiene ojo de águila para todo lo que tenga que ver con ETA y la estrategia separatista, eso es algo que sólo discuten quienes prefieren cerrar los ojos para no ver. En la conversación del líder vasco con César Alonso de los Ríos aparecen, por ejemplo, frases como la siguiente: “Volviendo a las posibilidades del ‘proceso de paz’, cabe imaginar incluso que salga mal por alguna razón no querida por ninguna de las dos partes. Supongamos, por ejemplo, que las elecciones de Navarra dan unos resultados que hacen imposible el proyecto de anexión. Bastaría eso para que ETA diera por roto el proceso” (p. 156). Mayor Oreja dijo esto, naturalmente, varios meses antes de las elecciones. Las urnas y los hechos posteriores han confirmado plenamente su vaticinio.
Este libro es, por supuesto, un repaso por la vida política del protagonista, desde sus inicios en la UCD vasca de finales de los setenta hasta el momento actual. Pero es también una afirmación de fe en España, y de ahí su título: Esta gran nación. Mayor Oreja dice que la actitud que exige la actual situación de España es la incomodidad: “En política nunca aciertas desde la comodidad, y hoy menos que nunca”. España y la libertad –dice el ex ministro- son las dos caras de una misma moneda: “La esperanza para que los vascos seamos plenamente libres se llama España”. Lo cual le lleva a proponer que la nación española sea eje de la alternativa política, que toda la alternativa política a la actual situación se construya en torno a la idea de que España es una gran nación. Operación que para Mayor Oreja precisa de una actualización de principios y convicciones, incluidos los valores cristianos, porque “el cristianismo además de una religión es una civilización”.
El párrafo que más debería hacer pensar en el entorno del PP es el siguiente: “El socialismo no tendría necesidad de debilitar al Estado tal y como está haciendo, pero para destruir los valores necesitan la disolución de la Nación y de los elementos culturales y morales de ésta. Y como saben que durante treinta años hemos estado tocando el violón la mayoría de las personas que hemos estado en la vida pública y tenemos unas determinadas convicciones religiosas o simplemente morales, ven que puede avanzar lo que les venga en gana hasta el punto de hacer de este país la vanguardia de la vanguardia en todas aquellas cuestiones que pulverizan los valores tradicionales. Eso es así” (p. 159).