"La libertad traicionada", de José María Marco
Un libro capital sobre la crisis de la cultura española
José Javier Esparza
09 de enero de 2008
Paradojas de la historia de España: nuestros mejores cerebros fueron incapaces de aportar un proyecto estable y sensato para España y, en buena medida, fueron responsables del absoluto disparate en que se convirtió nuestra vida nacional desde 1898 hasta 1936. Ganivet, Costa, Prat de la Riba, Unamuno, Maeztu, Azaña, Ortega… todos ellos quisieron pensar la regeneración de España y sus posiciones terminaron llevándoles a la negación de la España real. Esa es la historia que cuenta José María Marco en La libertad traicionada (Gota a Gota), un libro absolutamente capital para conocer a fondo el gran drama de la cultura española en el primer tercio del siglo XX.
José Javier Esparza
La gran novedad del debate público español en los últimos años ha sido el desarrollo de una amplia derecha intelectual. José María Marco es uno de sus principales nombres. El público que le sigue desde el periodo más reciente conoce sobre todo su extraordinario dominio del mundo anglosajón y de la cultura política norteamericana, pero la base inicial de la reflexión de Marco fue eminentemente española: el estudio en profundidad de nuestros clásicos contemporáneos, en el contexto de la agitada vida del liberalismo español. La libertad traicionada es el testimonio de esa exploración. Este libro apareció en Planeta hace más de diez años y ahora lo acaba de reeditar Gota a Gota, que es la editorial de FAES. Es un libro absolutamente recomendable.
¿Qué cuenta? Básicamente, el drama intelectual y personal –pero con frecuencia es el mismo drama- de algunos de los nombres más influyentes del pensamiento español del siglo XX. Y el rasgo más señero del análisis de Marco es que lo hace desde un punto de vista absolutamente crítico que no excluye, al contrario, la más profunda veneración. ¿Es posible admirar la obra monumental de todos esos personajes, que han determinado la vida cultural, política y social de España, y al mismo tiempo subrayar con cuánta frecuencia sus posiciones han tenido consecuencias simplemente calamitosas? Sí, y eso es lo que da un enorme valor al texto de Marco, y lo que justifica con creces su reedición. Más aún: hoy, a la luz de la crisis nacional presente, este libro se lee con más provecho que cuando apareció por primera vez.
España vivió desde antes incluso de 1898 bajo la irrebatible convicción de que era imprescindible una rectificación a fondo de todo el ser nacional. La historia colectiva aparecía como un enorme error. La conciencia de ser una anomalía de la modernidad europea pasó a convertirse en un auténtico tópico nacional. ¿Por qué? Eso es lo más asombroso de todo. Las crisis homólogas que todos los países europeos vivieron desde el cambio de siglo hasta 1945 fueron brutales: ruptura social, revoluciones, totalitarismos, dos guerras mundiales… Sin embargo, algo llevó a los españoles a pensar que sus zozobras eran un drama único y exclusivo, por oposición a un entorno europeo que imaginaron, contra toda evidencia, pacífico, vertebrado, exento de convulsiones y de angustias.
Ese singular solipsismo de la cultura española no se planteó, además, en términos afirmativos, sino en términos de radical negación de sí: España no era moderna, en España nunca hubo ciencia, la cultura española no existía, nuestra vida política era prácticamente africana… Nada de todo esto era verdad, pero el ambiente generalizado de insatisfacción y de frustración, extremado en la pluma de intelectuales sensibles y brillantes, terminó exagerando la dimensión de los problemas reales hasta convertirlos en un inmenso problema imaginario y, en tanto que imaginario, de imposible solución. La aparición del “problema de España” tiene mucho que ver con la reflexión torturada de cerebros que proyectaron su propio problema vital a escala de la nación entera. En la operación, ideas y perspectivas que habían podido ser extraordinariamente fructíferas se convirtieron en semillas de discordias y, al cabo, de guerra civil.
Este proceso, pocas veces subrayado por la crítica posterior, es lo que Marco desarrolla en La libertad traicionada. Lo hace repasando la biografía intelectual de esos siete nombres decisivos que antes enumerábamos: Joaquín Costa, o la pérdida de la fe; Ángel Ganivet, o la constitución ideal de España; Enric Prat de la Riba o la nacionalidad catalana; Miguel de Unamuno o la España celestial; Ramiro de Maeztu, o la hispanidad como patria española; Manuel Azaña, o la creación de la nación; José Ortega y Gasset o una interpretación española del mundo. El repaso es brillantísimo, está muy bien escrito y, sobre todo, jamás pierde el tono de la veneración crítica: constatar la fragilidad de esos edificios intelectuales no impide a Marco expresar su amor –es la palabra exacta- por unos hombres y unas obras en los que en realidad, todos hemos bebido.
Un libro excelente. Imprescindible.
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