"¡¡Quien siembra miseria recoge cólera!!"

Los chalecos amarillos. De nuevo la derecha mira cómo pasa el tren de la historia

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El partido Republicano no tiene nada que decirle al pueblo de los Chalecos Amarillos

La derecha gubernamental sólo se interesa por “la economía”, lo cual significa que, en lo esencial, se ha sumado al “consenso neoliberal de Washington” practicado en la Unión Europea. Y es precisamente esta política la que ha lanzado el proceso de pauperización de las clases medias que revisten el chaleco amarillo de la revuelta.

Alineándose además con la ideología societal de la izquierda libertaria y deconstructivista, l

La derecha gubernamental ha perdido el apoyo de las clases populares, apegadas al mantenimiento de las tradiciones y de la decencia común.

a derecha gubernamental ha perdido el apoyo de las clases populares, apegadas al mantenimiento de las tradiciones y de la decencia común.

Por último, convertida sobre todo en una reunión de notables, prudentemente atrincherados en sus pequeñas “Líneas Maginot”[1] locales, la derecha gubernamental ha perdido todo contacto con el pueblo de Francia.

Resulta pues comprensible que esta derecha se caiga de las nubes ante un movimiento de revuelta popular surgido espontáneamente, que dura, reclama todos sus derechos ¡y se radicaliza!

Los Republicanos no tienen, pues, nada que decirle globalmente al pueblo de los Chalecos Amarillos. Sólo una cosa: no, chicos, no está bien la violencia…

La derecha nacional: un planteamiento que pasa por encima de los Chalecos Amarillos

La derecha nacional, ya sea identitaria o soberanista, tampoco se halla desgraciadamente en mejor situación, y ello cuando el gobierno ha intentado presentar precisamente a los Chalecos Amarillos, a fin de demonizarlos, como si fueran de ultraderecha; y cuando la Francia de pura cepa se ha sublevado y rebelado.

Al convertir el rechazo de la inmigración y de la Europa de Bruselas en el eje de su principal movilización política, el discurso de la derecha nacional para por encima, o al lado, de un movimiento de protesta que es ante todo económico, fiscal y social.

Pese a algunos intento esporádicos, la protesta identitaria no se ha puesto el Chaleco Amarillo; en cualquier caso no se expresa como tal.

Francia sigue siendo, de momento, el único país europeo en el que la cuestión de la inmigración no hace que la población se lance a la calle, salvo en algunas esporádicas protestas locales y declinantes, por lo demás, contra la instalación de centros de inmigrantes. Hay que ver en ello, sin duda, el aplastante peso de lo políticamente correcto y de la represión “antirracista” emprendida en nombre de las leyes liberticidas que los gobiernos no dejan de reforzar desde 1972.

La revuelta de los Chalecos Amarillos, símbolo de la nueva lucha de clases

La derecha se ha quedado tan desamparada ante el movimiento de los Chalecos Amarillos porque no ha tomado conciencia de la nueva lucha de clases que se ha instalado en Occidente y que empieza a modificar la naturaleza de la división derecha-izquierda.

Se trata de una lucha social que opone a partir de ahora a las élites mundialistas adeptas de la deconstrucción societal y a l

Los pueblos autóctonos no quieren ni que los sustituyan ni que se destruya su marco de vida.

os pueblos autóctonos que no quieren ni que los sustituyan ni que se destruya su marco de vida.

No sólo porque la derecha no ha reflexionado verdaderamente a la evolución de la sociedad, sino también porque ha intentado —sin éxito, es cierto— competir con la izquierda en su estrategia de seducción de la minorías y especialmente de los electores procedentes de la inmigración. De ahí su reticencia a posicionarse con claridad en esta nueva lucha de clases y especialmente a colocarse al lado del pueblo autóctono.

La derecha nacional: apoyo sin participación

Es cierto, la derecha nacional y principalmente la Agrupación Nacional (antiguo Frente Nacional) cuentan con una indudable base popular.

Pero ello no implica que, en el momento de las elecciones, vaya a beneficiarse de la movilización de los Chalecos Amarillos. Por dos razones fundamentales: porque, en lo esencial, los Chalecos Amarillos no son unos decepcionados del macronismo: ¡votaron a Macron! Y porque la situación política francesa es, hoy por hoy, sumamente confusa.

Los dirigentes de la derecha nacional declaran apoyar el movimiento, pero sólo se trata de un apoyo sin participación.

No son ellos, pues, quienes de momento hacen la historia…

En realidad, la única parte del espectro político que pinta algo ahí es la izquierda, la cual intenta reactivarse penosamente y haciendo bastante el ridículo. Quienes sobre todo se posicionan son los izquierdistas de Francia Insumisa, pues su movimiento pretende ser precisamente social, al tiempo que se callan sobre la cuestión de la inmigración. Tal postura es por supuesto contradictoria, pero ello le permite, en lo inmediato, sentirse como un pez en el agua… amarilla.

Además, a diferencia de la derecha, esta izquierda está organizada y sabe cómo manejar a la opinión pública y sobre todo a los medios.

Los dirigentes de Francia Insumisa, por lo demás, están constantemente presentes en nuestras pantallas para comentar la revuelta de los Chalecos Amarillos e intentar apropiársela. Curiosamente, estos mismo Chalecos Amarillos que son invitados a la televisión, siguen pretendiendo rechazar cualquier “recuperación política”, pero no tienen nada que objetar, manifiestamente, al apoyo, cada vez más ruidoso, de los partidarios de Jean-Luc Mélenchon.[2]

Un apoyo que, por lo demás, también favorece indirectamente a Emmanuel Macron, al igual que la violencia de los alborotadores, pues espanta y le devuelve a su causa el apoyo de los burgueses de los barrios elegantes.

A día de hoy no se sabe si triunfará o no el intento de OPA lanzado por Francia Insumisa sobre los Chalecos Amarillos. Pero todo pasa de momento como si dicha OPA contara con una derecha que, globalmente, no está ni se la espera.

© Polémia

 

[1] “Linea Maginot”: frontera fortificada con Alemania (pero fácilmente traspasada por ésta en junio de 1940) que Francia levantó después de la Primera Guerra Mundial. (N. d. R.)

[2] El máximo dirigente de Francia Insumisa. (N. d. R.)

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