RODOLFO VARGAS RUBIO
Nigeria obtuvo la independencia de Gran Bretaña en 1960. En un país de población mayoritariamente musulmana, la etnia de los Ibos estaba formada por cristianos y animistas, que constituían una importante elite social y cultural concentrada en la provincia nigeriana más rica: la de Biafra, con sus
Ese año, la inestabilidad política llevó a dos golpes de Estado, el primero de los cuales fue protagonizado por el general ibo Johnson Aguiyi-Ironsi, que se oponía al incremento del poder federal que pretendían los Haoussa y que significaba el sometimiento de las minorías. Algunos meses más tarde, Ironsi era asesinado como consecuencia de un segundo golpe militar, encabezado por el general Yakubu Gowon, desencadenándose las primeras matanzas en masa de los Ibos, ocurridas en mayo y septiembre como sangrienta represalia de los Haoussa. Estas tropelías, permitidas y amparadas por el nuevo gobierno, llevaron al gobernador militar de Biafra, el teniente coronel Odumegwu Ojukwu, a proclamar la independencia de la provincia, con capital en Enugu, el 30 de mayo de 1967. Lagos reaccionó inmediatamente con el bloqueo económico, al cual siguió en julio la concentración de tropas, iniciándose la guerra.
La guerra
Las fuerzas biafreñas obtuvieron algunos éxitos iniciales, pero el ejército federal nigeriano organizó un sistemático exterminio, que obligó a la nueva república a una acción de defensa y repliegue. El conflicto se prolongó tres años debido a su internacionalización. Biafra contaba con las simpatías de la mayoría de estados africanos, habiendo sido reconocida oficialmente –además de por Haití– por cuatro de ellos (Gabón, Costa de Marfil, Tanzania y Zambia), que se atrevieron así a desafiar a Nigeria. Los demás se abstuvieron de hacerlo debido al apoyo de Rhodesia y
En este contexto, la asistencia humanitaria se vio seriamente obstaculizada. Las Naciones Unidas, al igual que la mayoría de países, se abstuvieron de intervenir en un enfrentamiento juzgado como un problema interno de Nigeria. El gobierno del general Gowon prohibió la acción de
Ello no impidió, sin embargo, el total sometimiento de Biafra por el gobierno de Lagos. El General Ojukwu huyó de un país derrotado, postrado y aniquilado con la intención de formar un gobierno en el exilio, pero sus tentativas fracasaron y tuvo que contentarse con vivir expatriado en Costa de Marfil hasta 1980, cuando regresó a Nigeria, amnistiado por el conciliador presidente Shagari. Desde entonces se ha presentado a las elecciones presidenciales, aunque sin alcanzar el poder por las maniobras fraudulentas del gobierno (que llegó a encarcelarlo en una ocasión), para el cual es inconcebible que un cristiano como lo es Ojukwu gobierne en Nigeria. No obstante, este hombre culto y refinado –que admira a Luis XIV y cita con pasmosa desenvoltura a Shakespeare; se educó en el Lincoln College de Oxford– es un personaje respetado y hasta venerado por muchos que ven en él la esperanza para un país que está entre los más intolerantes del mundo musulmán y donde todavía existe una activa persecución contra los cristianos, aunque de ello se habla muy poco. Retirado de la política activa y dedicado a los negocios, Ojukwu es un símbolo viviente de la resistencia de una nación perseguida y martirizada, de la cual, por desgracia, hoy ya nadie dice nada, pero que fue un triste precedente de lo que hoy ocurre en Darfour, Sudán.