Dejarán de matar impunemente cuando sepan que la respuesta puede ser terrible, pero también cuando se entienda que cada Cultura, cada camino en la Historia necesita ser respetado sin que la marcha de ese mercado global arrase con todo y todos.
Muchos se preguntan cómo explicar a sus hijos qué ha ocurrido en Paris y por qué. Muchos son incapaces de articular la palabra “guerra”. Englobar en el término “terrorismo” o “islamista radical” la masacre es una forma más de obviar algo que viene evidenciándose desde hace años.
Entiendo que la educación impartida desde el 68 impide hacer inteligible a un ciudadano normal de cualquier gran urbe europea el sentido profundo de sentirse atacado o la obligación de responder al ataque con la correspondiente movilización de medios militares.
El ocultamiento de una parte consustancial a la naturaleza humana como es la defensa del territorio propio, algo que en etología es tan fácil de explicar por los científicos respecto al comportamiento innato de los animales, hurta las respuestas e impide canalizar el sentimiento de asombro, rabia o desconcierto en el que se suma una población atacada.
Esperar que la “negociación política” o los ataques aéreos de aviones que prácticamente se pilotan solos solucione el dolor causado es no entender nada.
Muchos son los factores que se han secuestrado a los europeos respecto a la comprensión de todo lo que ha venido ocurriendo en Oriente Medio y naciones limítrofes, donde petróleo, energía nuclear, demografía o simple apetito de poder se han conjugado para causar gran sufrimiento en pueblos que, sin la intervención occidental, venían solucionando muy bien sus problemas.
Ha sido en estos últimos años, al desequilibrarse el tablero del gran juego, cuando se ha conocido quién financió originalmente el llamado Estado Islamico y con qué fines.
No podía pasar mucho tiempo sin que ese monstruo armado se volviera contra quien lo creo, llamado por sus grandes ciudades, su elevado nivel de vida, su facilidad para entrar y salir de él. Y, sobre todo, por el efecto llamada efectuado desde los sistemas capitalistas para que multitudes de migrantes encontraran otra forma de vida dentro de las poblaciones europeas. El efecto sustitución demográfica comenzó hace tiempo. Y con él, la farsa de las sociedades multiculturales.
¿Qué hacer ahora?
De todos los mensajes que se han escuchado tras la masacre ninguno tan pleno de sentido común como el de Marine Le Pen –curiosamente tan silenciada y censurada en España que quien puede alcanzar la presidencia del Eliseo, no exista en la vida política francesa-.
Marine ha dicho:
“Francia y los franceses ya no están seguros, es mi deber decirlo. Y como medidas de emergencia: Francia debe finalmente determinar cuáles son sus aliados y cuáles son sus enemigos. Sus enemigos son los países que mantienen relaciones amables con el islamismo radical. También son los países que tienen una actitud ambigua con las organizaciones terroristas. Todos quienes los combaten son aliados de Francia y deben ser tratados como tales.
”El presidente de la República anunció el estado de emergencia y el control temporal en las fronteras. Eso es bueno. Pero, pese a lo que diga la Unión Europea, es indispensable que Francia recupere el control de sus fronteras nacionales, definitivamente. Sin fronteras no hay ni protección ni seguridad posible.
”Francia se ha vuelto vulnerable. Debe rearmarse porque desde hace demasiado tiempo sufre un colapso programado de sus capacidades de protección y defensa, frente a amenazas predecibles y crecientes.
”Francia debe restablecer sus medios militares, de policía, de la gendarmería, de inteligencia y de aduana.
”El Estado debe poder volver a asegurar su misión esencial de protección de los franceses.
“Por último, el fundamentalismo islámico debe ser destruido. Francia debe prohibir las organizaciones islamistas, cerrar las mezquitas radicales y expulsar a los extranjeros que predican el odio en nuestra patria, así como los clandestinos que no tienen nada que hacer en ella.
”En cuanto a los binacionales participante de estos movimientos islamistas, deben ser privados de su nacionalidad y prohibir su entrada en nuestro territorio.
”Mis queridos compatriotas, somos un pueblo valiente. La Nación debe estar unida en esta prueba.
”Más allá de las palabras es la acción fuerte e implacable la que protegerá a los franceses y perpetuará esa unidad.”
Para obtener la legitimidad de ejercicio politico hay que devolver esa soberania de la que habla Marine Le Pen. Ninguno de los gobernantes actuales la tiene. Todo es una farsa orquestada donde los sentimentalismos, ese juego del minuto de silencio, ese “paz y amo” se vuelve contra el propio pueblo que ha sido atacado.
Nunca en toda la historia occidental se ha contemplado tanta rendición espiritual como la actual.
El enemigo podrá ser derrotado. Pero antes hay que vencer al enemigo interior, ése que habita dentro de todos los que alzan una mano blanca o guardan inútiles silencios cuando la sangre empapa las calles.
Quizá, también, ese enemigo no es quien aprieta el gatillo sino quien ha utilizado y armado esos pueblos buscando el beneficio y bienestar con que se adornan muchos pueblos de Occidente.
Para entonar la Oración de los Caidos de Pericles hay que volver a sentirse Comunidad, algo que el materialismo liberal se ha encargado muy bien de liquidar desde hace décadas.
Solo quien entiende la muerte entiende la vida sin que ni una ni otra sean lo más supremo.
Dejarán de matar impunemente cuando sepan que la respuesta puede ser terrible, pero también cuando se entienda que cada Cultura, cada camino en la Historia necesita ser respetado sin que la marcha de ese mercado global arrase con todo y todos.
Europa volverá a SER cuando recupere ese espíritu fáustico que nos hizo ser lo que somos y hemos , en gran parte, olvidado.
Estar en guerra no es empuñar las armas. Es un estado del espíritu para afirmarse como Pueblo.
Francia, Europa están en guerra, pero todavía no lo saben porque las flores, las velas, los minutos de silencio impiden tomar conciencia de la urgencia del despertar.