Castro ha decidido recurrir al capitalismo para salvar el sistema socialista que ha sumido a Cuba en la pobreza extrema. La Asamblea Nacional aprobó ayer una ley que permite a los extranjeros, cubanos en el exilio incluidos, invertir con grandes ventajas fiscales en la isla.
A pesar de los seis años de reformas estructurales acometidas por el Gobierno de Raúl Castro, Cuba está ahogada en una profunda crisis. Obtener alimentos es ya la tarea que ocupa más tiempo a las familias. Esto ha provocado un severo desgaste en el credo del sistema socialista cubano que hay que «actualizar». Para dejar atrás el viejo carrusel de la ineficiencia económica, la Asamblea Nacional aprobó ayer la nueva Ley de Inversiones Extranjeras. Una normativa que autoriza a invertir capital foráneo «en todos los sectores económicos» a excepción de la sanidad, la educación, las fuerzas armadas y los medios de comunicación.
El principal atractivo de la ley es que ofrece agresivas ventajas fiscales a los inversores que coloquen su dinero en la isla al reducir a la mitad del impuesto sobre los ingresos, que pasa del 30% al 15%. Además, la legislación promete «plena protección y seguridad jurídica» para las empresas que se establezcan en suelo cubano, uno de los principales escollos que disuadía a muchos inversores extranjeros. Según el texto, las compañías «no podrán ser expropiadas salvo por motivos de utilidad pública o interés social», y en tal caso los propietarios recibirán «la debida indemnización».
Cuba se abre así a la inversión de capital de fuera de sus fronteras de tal manera que no pone casi ninguna restricción al empresario. Define como inversionista extranjero a la «persona natural o jurídica, con domicilio y capital en el extranjero, que participa como accionista en una empresa mixta o participe en una empresa de capital totalmente extranjero».
El ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, aseguró ayer que tanto los cubanos exiliados en otros países como los ciudadanos norteamericanos tendrán la «posibilidad» de invertir en la isla. La situación es tan desesperada que el propio Malmierca reconoció en el telediario que Cuba necesita una inversión anual de 2.500 millones de dólares para reflotar su economía.
La nueva legislación también contempla la inversión en bienes inmuebles y la obtención de su propiedad u otros derechos reales. Estos inmuebles podrán destinarse a viviendas u oficinas particulares para extranjeros o dedicarse al turismo.
El proyecto abarca las garantías de las inversiones y define los sectores susceptibles de recibir inversiones extranjeras. También aclara bajo qué formas y en qué modalidades podrán operar los foráneos y cuál será el régimen para la negociación y aprobación de sus inversiones, así como diversos asuntos bancarios o de importación y exportación, entre otros.
Las inversiones podrán realizarse mediante dos modalidades: como empresa mixta o como contrato de asociación económica internacional. En el primer caso, los foráneos podrán crear oficinas, sucursales y filiales, tanto en territorio cubano como fuera de éste, así como participar en entidades en el exterior. En el segundo, cuando la empresa sea de capital totalmente extranjero, el inversionista ejercerá la dirección, disfrutará de todos los derechos y responderá por todas las obligaciones que le correspondan.
La inversión extranjera, según esta nueva norma, está orientada a la diversificación y ampliación de los mercados de exportaciones, la incorporación de tecnologías avanzadas, la sustitución de importaciones -sobre todo en alimentos-, la creación de nuevas fuentes de empleo, la captación de métodos gerenciales, la participación en encadenamientos productivos y el cambio de la matriz energética del país a partir del aprovechamiento de las fuentes renovables de energía.
Sin embargo, la ley deja claro que en ningún caso los cubanos que residan en la isla podrán invertir en su propio país. De hecho, los locales no podrán ser empleados en compañías extranjeras sin el consentimiento previo del Estado. Diversos ciudadanos ya han enviado mensajes a los medios de comunicación para pedir al Gobierno que permita al empresario extranjero contrataciones directas en lugar de obligarles a buscar trabajadores mediante una agencia empleadora estatal.
El economista Juan Triana, durante un reciente debate público convocado por la revista Temas sobre la necesidad que tiene Cuba de incentivar la inversión de capital extranjero, alegó que «Cuba necesita incrementar en casi un 15% su tasa de formación bruta de capital, su tasa de inversión, para poder alcanzar luego una tasa de crecimiento promedio anual de 4%. Este país se demora 25 años para duplicar el Producto Interior Bruto (PIB). No hay que ser científico ni doctor para calcularlo. Me muero yo y mi hijo se jubila sin haberlo logrado. Para que entendamos de lo que estamos hablando aquí, crecer a altas tasas no es ni una aspiración ni una meta, ni es un lujo; es una necesidad de este país, si no seguiremos postergando el bienestar de las generaciones presentes y las futuras».
© El Mundo