Los que cortan el bacalao

El G-8 se hace un 8 con las promesas

Es el grupo más poderoso del mundo pero no tiene oficinas, ni secretarias, ni despachos. Ni siquiera tienen estructura ni organización a pesar de que reúnen más de la mitad de la riqueza del planeta. Tampoco poseen un sitio donde reunirse. y de ahí que cada año se citen en alguna parte del globo. Esta vez ha tocado en Vía Santa, -en alemán, Heiligendamm-, ya que Alemania preside el grupo este año.

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CARLOS SALAS 

Estados Unidos, Francia, Italia, Canadá, Japón, Gran Bretaña, Alemania y Rusia forman el llamado Grupo de los Ocho, que a diferencia de los Siete Magníficos, no van a caballo, aunque a veces disparen. El G8 es en realidad una excusa para reunir a los presidentes o jefes de estado  de los Gobiernos más poderosos del planeta, quienes aprovechan la oportunidad para darle un repaso a las enfermedades del globo, y proponer algunas recetas. ¿Qué tienen además en común? Que son democracias parlamentarias y poco más.

China podría ser el siguiente miembro, pero no es una democracia parlamentaria. España, que sí lo es, ha estado en algunos años mangoneando para entrar con el número nueve, pero ese Club Vip de superpotencias le ha dicho que mejor espere en la salita.

La verdad es que el G8, arreglar, lo que se dice arreglar, no arregla nada. Porque decir que hay que disminuir los gases contaminantes a la mitad de aquí a 2050 es como esperar la llegada del Mesías. Los judíos llevan varios milenios en la espera, y nada. Nadie sabe lo que va a pasar los años venideros porque China, que no ha firmado el protocolo de Kyoto (que es una isla, donde se firmó hace muchos años un acuerdo para reducir la contaminación), es el país que va a echar más porquería al aire en los próximos años. La razón: son 1.300 millones de habitantes, lo han pasado fatal en los últimos 60 años por eso del comunismo liberador, y tienen unas ganas de parecerse a Occidente (en el consumo) como nadie. Y después de China va India, que ya son 1.000 millones de habitantes y que quiere pasar de las chancletas de profeta al coche. Tata, la marca más poderosa de ese país, sacará el año que viene un coche de 1.700 euros que va a hacer furor, y que promete lanzar toneladas de contaminación.

Es por esto por lo que las promesas del G8, que son muy bonitas, se parecen cada día más a las películas de Al Gore, que entre el Oscar y el Príncipe de Asturias, no va a tener sitio donde guardar premios. Por cierto, hablando de la patria de Gore, EEUU nunca firmó el protocolo de Kyoto.

En la santa reunión de Heiligendamm también se han refrerido a los cohetes. EEUU quiere construir una especie de escudo antimisiles (frase bastante tonta, por cierto: sería como decir en la edad media que se quiere construir un escudo de flechas), con el fin de protegerse de un enemigo ignoto. ¿Un escudo en Europa del este para defenderse de quién? ¿De los rusos? Ahora que son demócratas, no se entiende. ¿De los iraníes? Eso parece. Muchos pensarán que entonces es mejor que lo levanten en Arabia, así les caen los cascotes mientras se rascan la barriga. Pero como ya escribió un experto ruso en elmanifiesto.com, el mejor sitio para interceptar un misil iraní es Polonia o Chequia. Es una cuestión de parábolas, pero no de las de la Biblia, sino de las matemáticas, porque el misil tiene que pasar por ahí si quiere estallar en el Bronx o Harlem.  

El caso es que Putin, presidente de Rusia, ha dicho que le gusta tanto la idea que se suma al proyecto. Propone usar un radar que está cerca de Bakú -la capital de Azerbaiján, donde el petróleo y la suciedad corren por las alcantarillas con las ratas-, y así poder tener bajo vigilancia a medio mundo. De hecho, según los teletipos, la instalación cubre un radio de 6.000 kilómetros y controla un territorio que va del Cáucaso Sur hasta China, y también algo de África, por si las moscas.

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