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Primero fue puesto en el centro de las críticas Liechtenstein. Al poco, se le unió Suiza. Las acusaciones de Alemania, o al menos sus consecuencias lógicas, a saber, que hay que cerrar los paraísos fiscales en suelo europeo, han sido secundadas por gran parte de los países de la Unión según nos cuenta el Financial Times.
Los suizos de la UDC, sin embargo, contraatacan a Eichel diciendo que en su gestión se pudo ver que su especialidad principal era sacarles a los contribuyentes hasta el último céntimo. Añaden que su concepción de la política económica ha sido continuada por el actual ministerio de economía, no teniendo en cuenta las diferencias políticas entre los miembros del actual gobierno liberal-conservador con el precedente socialdemócrata. Los cabreados suizos dicen que, en Alemania, “en lugar de poner en orden el desastroso estado de las finanzas públicas, el ministerio de economía se dedica a perseguir a los contribuyentes falibles con el fin de desviar la atención de la incompetencia y la desorientación de los responsables políticos alemanes”.
“Al borde de la ruina y casi incapaz de respetar sus compromisos financieros, el estado alemán intenta ahora, recurriendo a métodos criminales, recuperar el dinero que sus ciudadanos trasladaron al extranjero. Los funcionarios del estado alemán no dudan en utilizar medios prohibidos para obtener pruebas. Así, el servicio de inteligencia alemán compró por varios millones de euros a oscuros intermediarios que comercian con el tráfico de información clasificada, para obtener las pruebas que necesitaba. He aquí el verdadero escándalo.” Eso decían en un comunicado los suizos de la UDC.
“Contrariamente a dichos políticos que recurren a tan dudosas maniobras, estados como Suiza y Liechtenstein han venido guardando el control de sus finanzas, y llevan una política donde valores como las esfera particular y la propiedad privada todavía son respetados. La utilización del dinero de los contribuyentes para financiar actos criminales no sería imaginable en estos países…”
La UDC terminaba su alegato pidiendo al Consejo federal que protestase enérgicamente contra las declaraciones del ex ministro Eichel, y exigiera excusas a los alemanes ante lo que calificaba como un comportamiento inadmisible entre vecinos.
