Pues eso, digámoslo sin tapujos. En España, ¿faltan seis millones de puestos de trabajo o sobran seis millones de trabajadores inmigrantes?
Migraciones ha habido desde siempre, es algo tan viejo como el mundo. Como también ha sido tan viejo como el mundo defender lo obtenido -con trabajo, con sufrimiento, con sacrificio- por cada uno.
Frente a la respuesta fácil de que los españoles tuvieron que emigrar a Alemania y otros países de Europa, tenemos que tener en cuenta que este país estaba completamente destruido (al igual que parte de Francia, Bélgica y Holanda) por la pasada Guerra Mundial. Millones de muertos, millones de puestos de trabajo, así de crudo.
No es el caso de España ni hace 20 años ni en estos momentos, ni hemos salido de una guerra, ni aquí hacen falta cantidades industriales de mano de obra (cualificada o sin cualificar).
Y teniendo en cuenta que todos somos seres humanos -como nos enseñan las Organizaciones Neo-Gubernamentales- y que todos luchamos por una vida mejor, tendríamos que ver el por qué los que vienen de fuera tienen derecho a venir aquí a buscar trabajo -buscando una vida mejor- pero nosotros no tenemos derecho a defender nuestro sistema de vida, ya que eso de defender nuestra forma de vida, nuestra cultura, nuestra identidad; es intolerante, retrógrado y -la mejor de todas- “facista” (sin s). Ellos sí pueden hacerlo, nosotros no.
Todos sabemos que la mayoría de estos inmigrantes aceptan trabajar sin estar asegurados, por un salario más bajo que el que deberían cobrar y por más horas. Esto no es ningún secreto.
Tras muchos años de lucha por parte de nuestros antepasados, se consiguieron avances que a ellos -hace ya muchos años- les parecerían increíbles. Y todo esto se va directamente a la basura dada la situación actual.
Tendríamos también la opción de aceptar estas condiciones paupérrimas, pero el tiempo de acatarlas -más que de aceptarlas- pasó ya hace algunos años, dado que ellos se nos adelantaron, acelerando -en parte- la crítica situación que padecemos en la actualidad.
El problema de la inmigración es uno de los peores a los que nos enfrentamos, por la sencilla razón de que acabará -a largo plazo- con nosotros y con ellos también. Sí, suena fatal, pero es la cruda realidad. Es un arma de destrucción masiva.
Se nos van infiltrando poco a poco y cuando te das cuenta estás rodeado de elementos extraños a tu cultura, que para colmo -esto es integración- mantienen la suya a toda costa y pretenden que sea más normal que la propia del país al que han venido; primero con una humildad de pobrecito-soy-yo y después con una arrogancia manifiesta. ya lo dijo el primer ministro argelino Boumedienne: ”Las barrigas de nuestras mujeres conquistarán Europa”.
También me gustaría saber dónde están las asociaciones de derechos de la mujer cuando los imanes empiezan a hablar de ciertas cosas, y dónde se esconden los ecologistas de pacotilla cuando comienza la fiesta del cordero. Por ejemplo.
Me acuerdo del caso del escudo de Aragón, que incluye cuatro cabezas de moros cortadas. Hubo varios imbéciles -más de los que creen- que se plantearon eliminarlas para no molestar a la comunidad musulmana. Por supuesto, no pensaron que ese escudo lleva así unos 900 años -creo- ni que podía molestar a los aragoneses o a los españoles. O bien, en el aniversario de la toma de Granada, la que se monta todos los años por ser considerado un acto deleznable acordarse de una victoria sobre el enemigo de aquel entonces. Por la sencilla razón de que el enemigo no festejaba -seguro que no- sus victorias. O las celebraciones navideñas, que se eliminan o minimizan para no molestar a los recién llegados. O aquel colegio de Cataluña que prohibió a los niños llevar bocadillos de jamón… pero que permitía a las niñas llevar el pañuelo en la cabeza. Ejemplos podemos dar miles.
El tema del trabajo es uno más de los problemas que nos acarrea la inmigración, al que podríamos añadir que ciertas enfermedades ya erradicadas vuelven a Europa con ellos.
Sin dejar de mencionar que ellos pueden estar aquí de forma ilegal (ningún ser humano es ilegal, nos dicen…) mientras nosotros estamos fritos a impuestos y leyes y a las sanciones correspondientes en el caso de que las incumplamos. ¿No han visto ustedes nunca al simpático negro (esto no es peyorativo, indica sólo una de las razas existentes -por ahora- en la tierra) que vende pañuelos en el semáforo, acercarse al coche de policía o guardia civil que se ha parado al lado y saludarles sin que estos le pidan la documentación, ni nada parecido?
Esta arma de destrucción masiva en manos de los de siempre sirve para que sus planes se vayan cumpliendo: deslocalización del individuo (pérdida de cultura e identidad), salarios más bajos (aumento de los márgenes de beneficios), mayor poder de dominación (al carecer de una “tierra” que defender).
Los que aquí vivimos desde hace siglos, hemos luchado de una manera o de otra por esta tierra, por nuestros derechos, por nuestras familias.
Los que acaban de venir no lo han hecho.
¿Cuál de los dos tiene más derechos? ¿Qué es lo más justo?