Homenaje a Álvaro Mutis en su 90.º aniversario

«PARA MÁS ALTOS DESTINOS»

"Mutis —escribe Octavio Paz— es un poeta de la estirpe más rara en español: rico sin ostentación y sin despilfarro. Necesidad de decirlo todo y conciencia de que nada se dice. Amor por la palabra, desesperación ante la palabra, odio a la palabra: extremos del poeta. Gusto del lujo y gusto por lo esencial."

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En un largo monólogo de La nieve del almirante Maqroll el Gaviero dice: “Saber que nadie escucha a nadie. Nadie sabe nada de nadie. Que la palabra, ya en sí, es un engaño, una trampa que encubre, disfraza y sepulta el precario edificio de nuestros sueños y verdades, todos señalados por el signo de lo incomunicable”. Relatadas después de la profunda desesperanza tras la partida de la anhelada Flor Estévez, en este fragmento se encuentra una de las consignas que guían el paso errante del singular protagonista de la obra de Álvaro Mutis. En este mismo relato, la evidencia de una desconfianza ante la comunicabilidad de las palabras, la suspicacia ante el desconocimiento entre unos y otros, no debe pensarse como un rasgo propio de Maqroll el Gaviero, sino que es, en esencia, un rasgo definitivo de la obra completa en poesía y prosa de Álvaro Mutis.
Los primeros poemas de Álvaro Mutis muestran el esfuerzo persistente por captar con palabras la exuberancia de un mundo casi inefable, lleno de matices, ajeno –tal como lo expresa Fernando Quiroz– al “mundo moderno que tanto lo fastidia con sus aparatos ruidosos y su exceso de plástico”. En este mundo “recién abierto” vienen a presencia los cafetales y la lluvia, el sonido de las aguas de los ríos al descender entre las colinas, la frescura de la noche en la tierra caliente, la naturaleza hirviente que se convierte en un “no-lugar” de nuestro mundo convertido en sociedad industrial globalizada. Tal vez por la extrañeza y por la fascinación ante ese paisaje nuevo, toda la composición poética de la obra de Mutis se convierte en una lucha frente al lenguaje cotidiano, lleno de significados y de estructuras provenientes de una sociedad occidental totalitaria, consumista y compulsiva. Álvaro Mutis ha declarado en varias ocasiones que su labor creadora se convierte constantemente en una intensa “batalla con las palabras”. Octavio Paz, en una recensión temprana y elogiosa de Reseñas de los Hospitales de Ultramar, lo dice claramente: “Mutis es un poeta de la estirpe más rara en español: rico sin ostentación y sin despilfarro. Necesidad de decirlo todo y conciencia de que nada se dice. Amor por la palabra, desesperación ante la palabra, odio a la palabra: extremos del poeta. Gusto del lujo y gusto por lo esencial, pasiones contradictorias pero que no se excluyen y a las que todo poeta debe sus mejores poemas”. En el vértigo de una obra que ha crecido con un fundamento unitario desde la poesía hasta la prosa, este “gusto del lujo y gusto por lo esencial” apela hacia la puesta en escena de un mundo propio, difícil de describir, y que tiene su germen en la experiencia vivida por el poeta. Este mundo es la finca de Coello en el Tolima, rodeada por los ríos Cocora y Coello, arrasada y devorada por la violencia que ha caracterizado a las últimas décadas de la historia colombiana.
La obra temprana de Álvaro Mutis, confeccionada con poemarios singulares como Los elementos del desastre, Reseña de los Hospitales de Ultramar y Los trabajos perdidos, se orienta hacia una articulación entre el mundo cercano del autor y el lenguaje destinado a una singularidad poética. Esta asombrosa unión desemboca en la creación de aquello que bajo títulos muy generales como los de “Poesía” y “Prosa” resume el universo literario de nuestro autor. Su obra novelística, los siete libros que componen las impresionantes Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, y que Gabriel García Márquez no dudó en calificar como “uno de los grandes milagros de nuestras letras”, es un prolongado homenaje a ese mundo extinguido que es Coello, aunque también lo es a la verdadera amistad, a la desesperanza y a la vida alterna a lo contemporáneo. Maqroll, Ilona, Flor Estévez, Abdul Bashur y el tierno Jamil, entre otros, son una gama de personajes que representan distintas formas de vida, más allá de la imperante.  Un ejemplo de este mundo naciente y alejado “de ese averno devorante que han dado en llamar la modernidad” son los Nocturnos de Mutis: una serie de poemas que describen la majestuosidad de la noche en la tierra caliente, sus elementos más íntimos, su significado en las mentes criadas bajo su manto. En uno de ellos, escrito en Los trabajos perdidos, el poeta dice:
Respira la noche,
bate sus claros espacios,
sus criaturas en menudos ruidos,
en el crujido leve de las maderas,
se traicionan.
Renueva la noche
cierta semilla oculta
en la mina feroz que nos sostiene.
Con su leche letal
nos alimenta
una vida que se prolonga
más allá de todo matinal despertar
en las orillas del mundo.
La noche que respira
nuestro pausado aliento de vencidos
nos preserva y protege
«para más altos destinos».

El mundo de Mutis está en la añoranza de Coello. De ahí surge toda esta amalgama de relatos y poemas que serán tal vez la prueba más verídica de su existencia: “Hablando con poca modestia –expresa Mutis–, diría que de ahí, de Coello, de sus alrededores, sale mi pequeño universo. Esa tierra es la fuente de todo lo que he escrito. No me interesa qué valor tengan mis narraciones o cuánto vayan a durar en la memoria de la gente […]; lo que de verdad me importa es que hice vivir a Coello más de lo que realmente vivió”.

Álvaro Mutis cumple hoy noventa años. Esta fecha singular exhorta a sus lectores a celebrar conmemorativamente dos cosas: su celebrado y honroso camino en la vida, así como la creación en palabras de este universo maravilloso que es su obra.  

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