"Los tiempos adelantan que es una barbaridad"...

El acelerador de partículas y la certeza posible

“Tenemos un haz en el LHC”, dijo el líder de proyecto, Lyn Evans, a sus colegas cuando un haz de partículas completó la trayectoria del acelerador más grande del planeta. Los experimentos que se han comenzado a desarrollar en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) suponen una entrada de aire fresco en nuestro modo de conocer la realidad que nos rodea. Y es que, por un lado, no asistimos todos los días a grandes inversiones destinadas a la construcción de un equipo cuya principal finalidad sea recrear un contexto similar al Big Bang con objeto de poder entender cómo se formó el Universo y cuál es su composición.

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ELENA NAVARRO

 

 “Tenemos un haz en el LHC”, dijo el líder de proyecto, Lyn Evans, a sus colegas cuando un haz de partículas completó la trayectoria del acelerador más grande del planeta. Los experimentos que se han comenzado a desarrollar en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) suponen una entrada de aire fresco en nuestro modo de conocer la realidad que nos rodea. Y es que, por un lado, no asistimos todos los días a grandes inversiones destinadas a la construcción de un equipo cuya principal finalidad sea recrear un contexto similar al Big Bang con objeto de poder entender cómo se formó el Universo y cuál es su composición.
 
El gran colisionador de Hadrones consiste en un acelerador de 27 kilómetros de circunferencia construido a 100 m de profundidad y enfriado hasta 271 grados bajo cero. En él los científicos pondrán en juego fuerzas de una magnitud desconocida en el universo desde su creación misma, hace 13.700 millones de años, en el explosivo instante del Big Bang. Esto moverá la frontera del conocimiento, y no es una forma de hablar. Es así, literalmente, puesto que se podrá acceder a una región de energía nunca antes estudiada. En comparación con otros aceleradores de partículas ya existentes, el LHC producirá haces que tendrán una energía siete veces más elevada y una intensidad treinta veces superior, lo que se conseguirá enviando haces de partículas en ambas direcciones simultáneamente para crear colisiones de gran energía a velocidades cercanas a la de la luz. Los científicos contemplan la hipótesis de que los choques minúsculos que se produzcan originen materia confirmando la predicción sobre la existencia de una partícula elemental masiva denominada “bosón de higos” o “partícula de Dios” no observada hasta el momento, que otorga masa a la materia. El camino es lento, “estamos preparando lo que llamamos ‘el camino del descubrimiento’, porque los hallazgos van a llevar muchos meses y años de trabajo”, declaró una de las investigadoras implicadas en el proyecto.
 
Por otro lado, el aire fresco también ventila la mentalidad de nuestro mundo occidental que predica desde hace años que la certeza no es posible para el hombre. Parece que la sombra de la duda debe atenuar necesariamente todo conocimiento si queremos ser verdaderamente “hombres contemporáneos”. A través de la ciencia, se dice, no somos capaces de alcanzar ninguna certeza acerca de la realidad: podemos sólo poner a prueba los modelos que construimos de vez en cuando. Sin embargo, el método científico, con su incidencia estrictamente cuantitativa, es el extraordinario proceso de aproximación basado en la detección de ciertas propiedades "cualitativas", simples y básicas del objeto, como existencia, estructura, forma, función, naturaleza física, relación con el universo, gracias a las cuales al investigador, en el tiempo, con prudencia y humildad, le será dado de vez en cuando llegar a la certeza. Quizá dentro de poco tiempo los científicos del CERN podrán estar seguros de la existencia de la partícula de Higgs tal como ahora lo estamos de la existencia del electrón o del neutrón, aunque sus propiedades cuantitativas sean siempre conocidas sólo de forma aproximada.
 
Elena Navarro es profesora titular de Física de los Materiales en la Universidad Complutense de Madrid
 
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