Otros tiempos, otra comunión, otro fervor

El paseíllo y la Eucaristía “a gogo”

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El paseíllo y la Eucaristía “a gogo”  es el nombre de la comedia en un solo acto dirigida por el señor cura párroco de cualquier pueblo de España, que se representa en su iglesia parroquial  en todos los acontecimientos que atraen a ella  a otros concurrentes que los escasos que habitualmente acuden a la misa dominical.

La comedia se origina por el “súbito despertar de la fe” en quienes habitualmente no pisan ninguna iglesia más que en las contadas ocasiones en que se ven forzados a hacerlo: bautismos, comuniones, bodas, funerales, etc., etc. Se traducen  estos fogonazos de fe en la formación de unas enormes filas (el paseíllo) de devotos que en ese momento sienten la necesidad de recibir la Eucaristía (como sentían escasos minutos antes unos irrefrenables impulsos de charlar y reír con sus vecinos de bancada, ajenos a la ceremonia que se oficiaba) tal vez para desentumecer los músculos o por cualquier otro motivo tan honorable como ese.

En realidad, es tanto una burla hacia los mismos sacramentos de la Iglesia Católica, como a los sentimientos de los católicos que valoran los sacramentos como algo sagrado.

Para valorar más el habitual espectáculo, debe recalcarse que el suceso además de comedia es tragedia porque supone un sacrilegio múltiple practicado al alimón por los actores neo–concurrentes y el párroco, que repite cartel tanto  en el reparto de la obra, como en las Eucaristías dominicales.

Los neoconcurrentes, todos ellos católicos pero no practicantes, saben o deberían recordar que, por el hecho de no asistir a la misa dominical, si acceden a los sacramentos, incurren en sacrilegio.

Del mismo modo el señor cura párroco sabe la situación en la que se encuentran esos neoconcurrentes (convecinos suyos la mayor parte de ellos) y que por lo tanto ofrecer la Eucaristía a tales convecinos es un sacrilegio que él invita a cometer a cada uno de los comediantes, comensales y recipiendarios y que él a su vez comete. Lo que implica que en cada representación de la famosa comedia/tragedia estos párrocos se apuntan en su cuenta particular más de una centena, tal vez dos o más, de sacrilegios.

Incluso Francisco I se ha apuntado a las comuniones sacrílegas participando en distribuciones masivas de la Sagrada Forma, como si se tratase de un reparto de confeti, de lo que hay registro en varios vídeos que circulan urbi et orbi por Internet.

Parece pues que más que coincidencia se trata de una nueva forma coordinada de desprestigiar a la Iglesia Católica, esta vez desde dentro, ridiculizando lo que tiene de más santo: la Sagrada Eucaristía.    

 

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