¿Ya no soy de izquierdas?

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Toda la vida convencido de que era de izquierdas y ahora resulta que soy un retrógrado, un reaccionario, un antiguo y un facha.

Desde la primera juventud creí en la justicia social como bien inalienable de las sociedades, sin caer en la cuenta de que el mercado -que es lo moderno -, no entiende de barcos hundidos. El que se ahoga es porque quiere, dicen, porque no espabila en este mundo implacable donde el capital y el trabajo han dejado de ser factores de producción en permanente antagonía para convertirse en meras circunstancias aprovechables, en todo caso, a la hora de dar el pelotazo.

Defender hoy las conquistas sociales de las clases trabajadoras, verbigracia la seguridad social, el seguro de desempleo, las vacaciones retribuidas, las pagas extra, las viviendas protegidas, etcétera, equivale prácticamente a hacer apología del franquismo, sistema político que cuidaba mucho estos detalles. Me di cuenta hace unos días, conversando con una joven trabajadora a quien la empresa prorratea las extraordinarias. Cobra 800 euros al mes, que serían 685 en catorce nóminas mensuales. Como es lógico, si toma vacaciones no hay devengos. Los días libres corren de su cuenta y salen de su bolsillo. Todo legal y rigurosamente contemporáneo. A más empleo, peores sueldos y condiciones indignas de trabajo. Es lo que hay. En otros tiempos, el empresario que se hubiese servido de tales métodos habría acabado en la cárcel. Hoy, quien denosta dichas prácticas termina en las mazmorras del pensamiento ultraliberal, condenado a la perpetua. Por nostálgico de un régimen autoritario.

Toda la vida creyéndome un izquierdista... seré ingenuo. Ya lo dijo quien lo dijo, y muy bien dicho: Contra Franco vivíamos mejor.

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