Conde-Pumpido

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"Adriano en elocuencia, / Teodosio en humanidad / y buen talante": así hablaba el caballero don Jorge Manrique de su padre y así puede pensar cualquiera de Cándido Conde-Pumpido si es que lo compara con un Fernández Bermejo que sólo vuelve a la cueva satisfecho cuando vuelve con la barba ensangrentada. También puede parecer que a Pumpido y a Bermejo los amamantó la misma loba y con la misma mala leche pero Bermejo llega a unos extremos herodianos ante los que -por contraste- Pumpido combinaría inocencias de caperucita y rigores de catón. Lo cual, obviamente, no quiere decir que Pumpido no sea malo sino que -sorprendentemente- existe alguien peor que él. De todo el mundo se puede decir algo bonito. Benito Pérez Galdós solía llamar a sus personajes por lo que no eran, de modo que la señora Benigna era mala y avarienta y una Fortunata desgraciada se enamoró del impío Santacruz. Con Cándido hay que pensar de este modo galdosiano, y todavía habrá que rastrear hasta dar con el porqué de las resonancias volterianas de ese nombre. Al fin y al cabo, Pumpido es el tercer eslabón de una cadena de juristas de reconocido prestigio -de reconocido prestigio en el ámbito gallego, por lo menos. Y llama la atención el nombre volteriano cuando su abuelo firmó condenas de muerte y cadenas perpetuas para Franco y su padre siempre tuvo en el altar del corazón a quien -ciertamente- le debía la consideración que da el ser paisanos. El tercer Pumpido fue estudiante listo de dos carreras, ganó plaza de juez y comenzó su ´cursus honorum´ por esas plazas que, en la juventud, hay que torear: Puebla de Sanabria, Carballiño. Al poco, pasaría al País Vasco. Eran años de balas pero no se le quitó la resaca del progreso. Participaría en la fundación de Jueces para la Democracia, precipitado de error, ingenuidad e izquierda dura. Con el tiempo -1995- llegaría al Tribunal Supremo y podía haberse quedado con sus clases y sus casos pero la maldad -ay- no descansa. En 2004, Zapatero le nombra Fiscal General del Estado y ahí comienza el estridor de dientes. La opaca información de tribunales no tapará del todo el paso de Atila por la Fiscalía. En la Apertura del Año Judicial, ante el habitual sesteo del Rey, Pumpido afirmó que nunca como en 2006 se había actuado contra el terrorismo en su Fiscalía. Lo cual será verdad cuando uno se deja atrapar por el Derecho entendido como una tela de araña: en realidad, Pumpido no ha liquidado la actuación contra los terroristas pero accedió desde el primer momento a ejecutar las intenciones del presidente Zapatero. Y eso incluye pastelear con Batasuna con las consecuencias ya vistas, pastelear con Otegi y con de Juana y con la Ley de Partidos en general. El resultado es un descrédito prácticamente unánime de un organismo ya herido desde siempre de sospecha. Aun así, las limpias inteligencias del Derecho nunca habían transigido tanto con la venalidad de la política como desde que Pumpido es Fiscal General. No es pecado menor que la excelencia se corrompa, y ese es el pecado de Pumpido.

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