Artistas payasos

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Ahora no se conforman con embadurnar cartones, también desean destrozar la naturaleza. El caso del chileno-danés Marco Evaristti, que pretendía colorear de frambuesa la cima del Mont-Blanc, es el último caso. Pero no hemos de olvidar la barbarie del Tindaya en Fuerteventura porque a Eduardo Chillida se le ocurrió horadar una montaña para “hacer arte”, su gran obra póstuma. ¡Oh, cuánta pretenciosidad en lelo pensamiento! Confundieron el land art con el expolio, el respeto con la agresión, la fascinación con el egotismo. ¿Artistas? No: payasos, pues gracias a ellos nos reímos, aunque, por desgracia, con gotas de humor negro.

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