Llamazares ha dimitido de la dirección federal de Izquierda Unida y alguien habrá pensado que siempre hay una última rata en abandonar el barco. Es posible que el futuro próximo de Llamazares pase por Cuba o por Corea del Norte: si seguimos con la zoología, los comunistas se van pareciendo a los tigres albinos, a los linces ibéricos o a los leones del Atlas, especies sólo activas en zoológicos –y, naturalmente, en jaulas.
A cambio de desaparecer, parece que hubiéramos decidido perdonarle todo al comunismo. Ahora que IU celebra bautizos sin agua podríamos dedicar un funeral político sin lágrimas a Llamazares: los actores y los cantantes hace tiempo que le abandonaron pero todavía habrá algún voluntario para llevar la tricolor, puede sacarse del desván la foto del abuelo Carlos Marx e incluso tal vez otorgue una videoconferencia Hugo Chávez. ‘Arriba, parias de la tierra…’ ¿Cómo era la letra? Seguro que Carrillo se la sabe.
De enardecer a las masas proletarias el comunismo se ha recauchutado, tomando un poco de aquí y otro poco de allá en el gran buffet de las heterodoxias. La actividad política de Llamazares ha sido tan cómica que a cada instante hay que subrayar su condición barbárica. Esto incluía componendas verdaderamente poco santas con la ETA, más allá de la voladura de la institución familiar, la sinrazón económica o la pose de rebeldía institucional. Por supuesto, el mundo se ha quedado sin comunismo, en la misma medida que el comunismo se ha quedado sin mundo. Ya sólo tienen, tal vez, el cambio climático.
El comunismo conoció sus puritanismos y eso parecía exigir intelectualismo grave, efectividad productiva y una ejemplaridad moral bastante antipática. Todo muy politburó. Al final, el internacionalismo fraterno termina con cuatro tipos que se pegan en un taxi. Ciertamente, IU ha tenido difícil prosperar como izquierda alternativa bajo un gobierno de izquierda tan montuna como el de Zapatero. Por supuesto, tampoco vamos a agradecerle al presidente que haya incorporado a la vida política algo así como un corte de pelo antisistema. En cuanto a Llamazares, ha impulsado el eco-comunismo como quien intenta arrancar un coche sin batería ni gasolina, sin ruedas ni volante. Mientras se arrían las banderas, todavía han espigado unos pocos votos de jóvenes que por un momento aparcan el porro para ir a la urna.
Como en el Orlando, Llamazares ‘andava combattendo, ed era morto’. Hay algo de justicia poética en que el comunismo español vaya a acabar con el partido en bancarrota económica y con la sede embargada. Sería más cortés terminar con su tradicional fiesta setembrina, en recuerdo de los años en que el mundo iba a ser nuestro. Hasta la derrota, siempre.
Llamazares: hasta la derrota, siempre
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