Joe Biden

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Toda vida conoce adversidades; la vida de Joe Biden seguramente ha conocido muchas más. Su padre era rico en coches y en yates pero se arruinó al nacer Joe y pasaron de la casona a la barriada. Al pequeño Biden le quedó el orgullo obrero de que nadie es más que nadie. En una fiesta de Navidad, en la empresa de su padre, el jefe lanzó dólares de plata por el suelo: la gente se arrastró para buscarlos pero el padre de Biden se fue de la empresa. Joe Biden también sufrió de un tartamudeo especialmente lacerante, causa de irrisión en su instituto. Lo superó recitando, durante años, poesía ante el espejo. Así aprendió a hablar de modo muy directo.
 
En la universidad, Biden comenzó a alzarse de sus propias limitaciones y llegó a ser tan inaplicado como popular, con más interés en el atletismo que en las clases. Por fin estaba sintonizado con la imagen de chico sano americano que desayuna cereales con bananas. A los treinta años ganó el puesto de senador por Delaware y un mes después le amargó de nuevo la desgracia: de vuelta de unas compras navideñas, murieron su mujer y dos de sus niños, quedando otros dos muy malheridos. De aquel tiempo, Biden cuenta que ‘me gustaba ir de noche a los barrios más peligrosos, donde pensaba que seguramente podría encontrar una buena pelea. No sabía que fuera capaz de tanta rabia. Creí que Dios me había engañado horriblemente’. En sus relaciones con Dios, Biden es católico aunque no siempre se le nota. Su segunda mujer también es católica. La conoció en una cita a ciegas.
 
Sí, es raro el destino de Joe Biden pero hay algo ejemplar y positivo en cómo se ha ido reponiendo. El joven Lincoln no comía, sufría terrores nocturnos y tenía en su cuarto demasiadas cuchillas de afeitar. También supo reponerse. Son lecciones en carácter, en señorío heroico de uno mismo. No da la sensación de que los últimos presidentes hayan afrontado corajudamente sus defectos: el narcisismo clintoniano, la nebulosa intelectual del segundo Bush. Biden también ha sabido reponerse a sus fracasos en las primarias demócratas de 1987 y 2007, eliminado en las primeras por las malas artes de Dukakis y la cuquería de haber inflado su currículum. Y aun se repuso de un aneurisma cerebral.
 
Biden es el vicepresidente que querían los conservadores, no para que Obama pierda sino por si Obama gana. Tiene reputación y experiencia de hombre moderado, cooperativo y franco. Votó a favor de Irak. Si Sarah Palin refuerza las virtudes de McCain, Biden compensa los defectos de Obama. Los dos candidatos a la vicepresidencia tienen la virtud de saberse hacer entender por todo el mundo. En el caso de Biden, esto ha dado pie a los malentendidos de la franqueza, como cuando dijo del propio Obama que era un afroamericano articulado y brillante, limpio y atractivo. Pese a todo, dicen que el electorado americano tiende a soslayar los defectos reales de las personas reales. Como Palin, Biden es una de ellas.

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