Soraya, razón seductora

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Soraya Sáenz de Santamaría fue elegida la política más guapa y ahora le va a tocar hacer de ‘drattar’ parlamentario en el Congreso, miércoles a miércoles, como puño para golpear y cara para recibir en la Cámara Baja por parte del Partido Popular. Ahí sustituye a Eduardo Zaplana y tiene por rival a José Antonio Alonso. Con el zapaterismo ya desorejado y en plena euforia, Soraya será al menos la voz donde podrán reconocerse con íntimo regocijo tantos millones de españoles cuando le diga al Gobierno alguna verdad desagradable, entre esos gritos de ‘¡muy bien’! que recogen las estenotipistas y luego quedan en las crónicas. Eso no ha cambiado desde Castelar.
 
Soraya Sáenz de Santamaría tiene el respaldo de ser la favorita de Rajoy y, de momento, la señera compañía de Cayetana Álvarez de Toledo y de José Luis Ayllón. No se sabe si con todo esto Mariano Rajoy ha procedido a una renovación o tan sólo a un rejuvenecimiento. En todo caso, ha buscado la ‘razón seductora’ que para la política pedía Ortega.
 
Soraya Sáenz de Santamaría –simplemente, Soraya- no tiene pinta de ser alguien a quien se le cuelen al comprar el pan y no parece que las delicadezas de la pusilanimidad vayan con ella. Es más bien clara en el hablar por lo que podemos esperar debates de magnificencia tensa. Que nadie se pronuncie en malos términos de la crispación porque un grado de crispación es inherente a la vida parlamentaria salvo en Cuba o Norcorea, y lo que más se otea es un PSOE con la avidez de expulsar de la pista a la derecha. De algún modo, la derecha española necesita un ciclo de confianza. Para eso, nada como la brillantez en la pelea.
 
En general, las críticas preventivas a Soraya se entienden más en tanto que viene a descafeinar la presencia de valores tradicionales en la derecha, pero se entienden menos si aludimos a su temple personal, a un perfil al tiempo con experiencia y con juventud. Personas así no surgen ex nihilo. Por lo demás, al criticar a Sáenz de Santamaría sin haber intervenido, al menos habrá que pensar también que es difícil que el Grupo Popular vaya a estar peor de lo que ha estado. La oposición ha de trabajar más porque el Gobierno tiene toda la Administración para defenderse. Coordinar el grupo parlamentario y entroncarlo con Génova son tareas que ahora se han de acometer con mayor atención. Queden para la desmemoria los quince días de silencio de Rajoy, interpretados tan a las malas por una opinión pública donde izquierda y derecha coinciden en atacar a la derecha. Otra coincidencia general es que Soraya es mujer de mucha inteligencia y mucho encanto. A ver si echa un encantamiento al banco azul.

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