En mi reciente artículo sobre la fiesta del Corpus Christi en Granadaintroduje una mención a los «queridos analfabetos andalusistas», habiendo habido alguien que se quejó de que «no nos aclara a los analfabetos aquello de que Graná fue antes cristiana que mora» [sic], me ha parecido oportuno realizar algunas aclaraciones al respecto.
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Al referirme a los «andalusistas» estoy cambiando conscientemente la grafía de la etiqueta utilizada por los nacionalistas de la Bética. En un artículo sobre la desgraciada fiesta del 23-F, lo definí como «superación ideológica del andalucismo, tomando al-Ándalus como referente, y no la Andaluzia cristiana o la Vandalia gótica». Lo cierto es que el andalusismo considera España como Dar al-Islam y no hablan en ningún momento de proselitismo islamista, propaganda musulmana o divulgación árabe, conceptos que parecen una broma frente a la realidad: la reconquista.
No hace falta rebuscar entre las distintas facciones del socialismo andalucista para toparnos con los ideólogos de la (re)islamización de España. Basta ir a la Unión Democrática Ceutí, la Coalición por Melilla o ciertos eurodiputados melillenses de IU. Incluso el PSOE, con la Fundación Legado Andalusí, actúa de salvaguarda de los ideales andalusistas según los cuales España tiene una raíz musulmana que debe recuperar como parte de su identidad.
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Utilizando el argumento de que hay que retomar la religión o la cultura anterior, hay que recordar a los andalusistas, a los andalucistas y a todos los analfabetos que estén convencidos -por ceguera voluntaria o por alienación- de que al-Andalus es la época de esplendor y verdadera fragua de la Bética y la Penibética, que Granada fue cristiana antes que musulmana.
Porque en ella se celebró en el siglo IV el primer concilio católico de Hispania, el del Elvira, en la que participó una veintena de obispos de la Bética.
Porque si no hubiese sido así los musulmanes no habrían construído en el Albaicín la Mezquita de los Conversos, primera que los Reyes Católicos consagraron al entrar en 1492 y que desde entonces está bajo la advocación de San Juan de los Reyes.
Porque lo demuestra el santoral premusulmán, de donde se extraen personajes nada insignificantes como San Torcuato de Guadix o San Cecilio de Granada.
Porque la epigrafía nos da sobrados ejemplos de las construcciones cristianas en la Granada visigótica, como la que había en la Alhambra en la que se hablaba de tres iglesias principales en la ciudad construídas por el noble Gundiliuva dedicadas a San Esteban, San Juan Bautista y San Vicente.
Porque los cronistas árabes y judíos, como Ibn al-Jatib o el moro Rasis, dan cuenta de la conquista en la que arrebataron tierras a los cristianos.
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Las pruebas de eventos, personajes, edificios y costumbres, así como las palabras de los implicados, parecen demostrar que Granada, efectivamente, fue cristiana antes que musulmana. Por más que fastidie a los adalides del andalusismo más analfabeto.
Dedico estas palabras a Yehuda ibn Tibón (1120-1190) -«médico, filósofo, poeta»-, que huyó de Granada perseguido por los genocidas almohades.
Vale.