La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas prometen cambios en el horizonte. Sarkozy ha sabido movilizar a casi toda la derecha social, lo cual le ha dado la victoria. Royal se ha convertido prácticamente en figura única de la izquierda. Estas son las claves de la jornada:
Participación. Sin duda, el dato de la jornada: un 85% es un índice de participación extraordinario. El electorado ha sido sensible a la altura del desafío: con el país hecho cisco, la economía estancada y problemas sociales serios, los franceses han decidido votar en masa. La primera consecuencia visible ha sido una aguda bipolarización de los votos.
Nicolas Sarkozy. Tras arrancar con fuerza, su estrella parecía haber declinado por la presión mediática y la campaña hostil de los medios de izquierda. Parece, sin embargo, que su imagen de hombre resolutivo ha pesado por encima de cualquier otra cosa a la hora de movilizar a un amplio electorado de todas las derechas. Su programa es una síntesis bastante audaz de tópicos liberales y elementos de republicanismo nacional al estilo gaullista. Será interesante ver cómo los conjuga si llega al poder. Para ello tendrá que contar con más votos: los que en esta primera vuelta se llevaron Bayrou y Le Pen.
Ségolène Royal. Ha llevado la demagogia y el marketing hasta niveles nunca conocidos en Francia, pero, al mismo tiempo, ha sabido movilizar a toda la izquierda. De hecho, ha superado las cifras que en anteriores comicios obtuvo Jospin. Su programa es una amalgama de tópicos progresistas de vario pelaje. Pero no parece que se le haya votado por eso, sino por su condición de única alternativa a un Sarkozy presentado como “demasiado de derechas”. Para la segunda vuelta parte en desventaja. Su única oportunidad es atraer los votos de Bayrou.
François Bayrou. No era la primera vez que se presentaba, pero, en esta ocasión, tenía más posibilidades: para ciertos electores moderados ofrecía más garantías que Sarkozy, para ciertos electores socialdemócratas podía ser más serio que Royal. No obstante, la elevada participación ha implicado también una bipolarización del voto mayor de la esperada. Ahora sus votantes serán, en realidad, los que decidan entre Sarkozy y Royal. Parece más probable la primera opción, pero aún quedan muchos días hasta el 6 de mayo.
Jean Marie Le Pen. Es obvio que estas deberían ser sus últimas presidenciales. Al borde de los 80 años, el anciano líder nacionalista vivió su última gran oportunidad en las anteriores presidenciales, cuando pasó a la segunda vuelta, y después no ha sabido mover en provecho propio el hondo malestar de la sociedad francesa. Ahora, con unos resultados poco superiores al 10%, es evidente que Sarkozy ha atraído a parte de sus votantes. Para el Frente Nacional debe abrirse un periodo de grandes cambios.
Extrema izquierda. Desde los trotskystas hasta el viejo PCF, la extrema izquierda ha sido la principal derrotada de estas elecciones, sobre todo si tenemos en cuenta las expectativas despertadas en anteriores comicios. Nadie ha superado ahora el 5%. Los comunistas se hunden en el 2%. Parece claro que, como Zapatero en España, también Royal ha atraído al voto de izquierda radical en Francia. Pero hagamos números: es una renta escasísima.
Pronóstico para la segunda vuelta: muy mal lo tendría que hacer Sarkozy para no vencer.