Al finalizar agosto de 2010, 120.000 moldavos habían recibido la nacionalidad rumana. Las peticiones de otros 800.000, en curso de tramitación, están siendo acogidas, en su conjunto, de modo favorable. Todo lo cual está teniendo o va a tener en breve plazo enormes consecuencias para los países de la Unión Europea. Pero para entender el asunto es necesario conocer más de cerca la realidad de la nación moldava.
Situada en la frontera oriental de Rumanía, Moldavia fue hasta el fin de la URSS una república soviética. Se trata de una nación con mayoría étnica rumana y que, por consiguiente, es reivindicada por Rumanía. En tiempos del sistema comunista era el principal abastecedor de vinos, frutas y legumbres de la Unión Soviética. Al desplomarse ésta, Moldavia se vio privada de tan enorme mercado, de forma que los beneficios económicos que de ello se derivaban cayeron en picado, de forma todavía más acelerada que en el caso de otras repúblicas ex soviéticas.
Moldavia es el país más pobre de la región, con un salario promedio de 140 euros mensuales, siendo su PIB inferior al de Bangladseh. El Estado, por su parte ofrece, un salario mínimo de 50 euros mensuales. Cifras todas ellas que hablan por si solas.
En esas condiciones, no hay por qué extrañarse de la enorme demanda de pasaportes rumanos: los afortunados moldavos que consiguen hacerse con uno de estos preciados pasaportes pueden, en efecto, entrar en una Unión Europea, la cual les atrae sumamente por su nivel de vida y prestaciones sociales. Actualmente, en Moldavia para admitir a enfermos en algunos hospitales, los enfermos han de llevar sus propias sabanas, fundas de almohadas o mantas, además en muchos casos de procurase ellos mismos las medicinas. Y ello… cuando no hay que sobornar al personal sanitario para poder ingresar.
El panorama de los jubilados con pensiones misérrimas, algunas de 25 euros mensuales, es atroz, originando todo ello el que en los sectores de población de mayor edad se añore la época soviética. Los más jóvenes, cuando pueden, sencillamente se van. Rumanía no es precisamente un modelo dentro de la UE, ni un paraíso en ningún sentido. Y, pese a todo ello, es contemplada por los moldavos como algo esperanzador.