Un inquietante turismo revolucionario

¿Y qué hace un universitario metido a guerrillero en las FARC?

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RICARDO OLVERA
 
En el ataque aéreo que el ejército colombiano hizo el 1 de marzo al campamento que las FARC tenían en territorio de Ecuador, murió Raúl Reyes, el número dos de las FARC y otros 23 guerrilleros, al menos cuatro de ellos identificados hasta el momento como parte de un numeroso grupo de jóvenes universitarios mexicanos.
 
Varias decenas de ellos, aún no se sabe el número exacto, encabezados por Lucía Morett –estudiante de 26 años que sufrió severas heridas en el ataque—, habían asistido al 8º Congreso Continental Bolivariano celebrado en Quito, Ecuador, a fines de febrero.
 
El discurso central del Congreso fue dado por Raúl Reyes mediante una video-grabación, y de ahí los jóvenes mexicanos se trasladaron al campamento en la selva, en el que, según lo informó hace unos días el propio presidente colombiano Francisco Santos a representantes de la Unión Europea, se entrenaba a decenas de jóvenes mexicanos y chilenos que después regresaban a sus respectivos países.
 
Según la inteligencia mexicana, Lucía era el principal enlace de las FARC con los “Círculos Bolivarianos” en varias universidades de México, grupos financiados por el Gobierno de Hugo Chávez como parte de su movimiento continental “bolivariano”.
 
Según un informe de la Drug Enforcement Administration (DEA) publicado el 11 de marzo por el diario mexicano Milenio, las FARC controlan los territorios donde se produce más del 60% de la cocaína que los cárteles de Colombia y México introducen en Estados Unidos, en gran parte vía Venezuela.
 
El reporte también advierte que en los recientes años las FARC han encontrado “en la Ciudad de México una base para sus actividades de recaudación de fondos y un refugio seguro para llevar a cabo actos de propaganda”, principalmente en universidades y grupos políticos radicalizados, de donde reclutan a muchos de sus nuevos adeptos.
 
“¿En qué libros, en qué autores, en qué sobremesas familiares, en qué periódicos, en la boca de qué maestros, en qué grupos políticos, bajo la guía de qué gurús, en qué mundillo de iras y prisas justicieras empezó su camino rumbo al campamento de las FARC colombianas, última tule de la degradación revolucionaria, resumidero criminal de las guerrillas latinoamericanas?”, dice el artículo de Aguilar Camín.
 
“¿Dónde se siembran esas vocaciones redentoras, dispuestas a ir al infierno por la causa? ¿En la familia? ¿En la escuela? ¿En los círculos ultras de la universidad, alimentados de viejos manuales? ¿En la manipulación perversa de la credulidad juvenil por maestros de la pelea pasada? ¿En la intimidad impredecible de cada quien? ¿En los caminos torcidos de la libertad y las trampas laicas de la fe? ¿En la molienda de la historia que repite al infinito sus errores, es decir, sus tipos y biotipos, sus tragedias y sus farsas, sus villanos, sus héroes, sus ingenuos?”.

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