Por la boca muere el pez

El boomerang electoral de Chávez

“El que vote contra la reforma vota contra Chávez, y el que vote por la reforma está votando por Chávez”, afirmaba Hugo Chávez unos días antes del referéndum. Con un 50,72% del NO a la reforma constitucional propuesta por el presidente, el pasado 2 de diciembre será recordado en el calendario bolivariano como la primera derrota política y electoral de Chávez. Tras ocho años de victorias electorales ininterrumpidas, la derrota en el referéndum denota que algo está sucediendo dentro del chavismo.

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Pareciera que el encantamiento se está rompiendo: Chávez ahora es políticamente vulnerable. También el riesgo del “golpe electrónico”, que caracterizó el resultado del referéndum revocatorio de 2004, fue evitado gracias a una participación masiva de observadores y miembros de mesa de la oposición en los centros de votación.
 
Con la victoria del NO, el paradigma político chavismo/antichavismo que ha marcado la política venezolana de estos últimos años se vacía de su contenido ideológico. Muchos de los analistas políticos nacionales e internacionales coinciden sobre un hecho: quien ha vencido no sólo ha sido la oposición venezolana, sino un conjunto de factores que ha hecho emerger la debilidad intrínseca del proyecto totalitario y cada vez más personalista del presidente Chávez. Tres son los factores clave que han cambiado la nueva geometría del poder chavista:
 
   1. El reforzamiento del “chavismo sin Chávez”, rol jugado por varios actores, como por ejemplo el general Raúl Baduel (hasta el año pasado ministro de la Defensa de Chávez y quien realizó una intervención pública clave la noche del referéndum) y los partidos socialistas que no apoyaron la reforma. Fue Baduel quien manifestó el descontento del estado mayor del ejército si Chávez no aceptaba la derrota. Este hecho y la participación de los partidos políticos, como Podemos, contrarios a la homologación del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) en contra de la reforma ha sido clave. Esta ruptura dentro del chavismo ha desenmascarado el aparente monolito de un régimen que perdió tres millones y medio de votos con respecto a las elecciones presidenciales de 2006. Muchas de estas personas aún cercanas al presidente no estaban dispuestos a seguirlo en esa cruzada totalitaria de la nueva constitución.
   2. El rol jugado por el movimiento universitario. Un movimiento que ha sabido imponerse en la arena política venezolana, en una clara oposición a la reforma, en defensa de la libertad y la democracia. Los universitarios han demostrado capacidad organizativa y política transformándose, como recordaba el recién fallecido analista político Alberto Garrido, “en el nuevo sujeto político y haber adquirido a los ojos de la gente la credibilidad perdida por los partidos políticos”. El movimiento universitario venezolano logró la unidad de cara al voto de todas las fuerzas políticas adversas al presidente, incluso los sectores más radicales que antes llamaban a no votar. Estos jóvenes han sabido dejar en evidencia la incapacidad de Chávez para dialogar con la parte más dinámica y libre de la sociedad civil, además de lograr identificar y canalizar exigencias humanas que superan cualquier discurso ideológico, como: la libertad, los derechos humanos, la inclusión y la paz.
   3. La posición de la Conferencia Episcopal Venezolana, que ha calificado la reforma como “moralmente inaceptable”, que “debilita los derechos civiles, porque limita la libertad y aumenta la discrecionalidad del poder: quien no es socialista-bolivariano no es un buen venezolano, y entonces puede ser perseguido”.
 
Las consecuencias de la derrota de Chávez son enormes y tendrán repercusiones, no sólo dentro de Venezuela, aumentando los enfrentamientos dentro del chavismo, sino que se reflejarán económica y políticamente en el eje geopolítico bolivariano, que incluye desde Bolivia, Ecuador, Nicaragua, hasta llegar a la Cuba del moribundo Castro. Aunque es cierto que un dictador no hubiese respetado el resultado electoral como ha hecho Chávez, si bien lo hizo bajo presión militar, también es cierto que un demócrata no hubiese propuesto jamás una reforma con los 69 artículos que se votaron en el referéndum. Esto se ha transformado en un inesperado y doloroso boomerang electoral que ha logrado sacar a flote algunas evidencias claras:
 
- Chávez no es un demócrata. Esto es evidente con el hecho de haber tenido que ser presionado para aceptar los resultados.
 
- Chávez y el chavismo no están del lado del pueblo. El pueblo ya se expresó, y a los dos días ya estaban proponiendo hacer otra reforma constitucional para seguir con su proyecto socialista.
 
- El chavismo no perdona. Basta ver el trato que ya se les está dando a los coordinadores del PSUV que fracasaron para obtener los votos necesarios y la persecución que empieza a los empleados públicos que no votaron.
 
Sin embargo, el resultado del 2 de diciembre no deja dudas: el pueblo venezolano ha comenzado a reconquistar la centralidad política después de años de hipnosis bolivariana. Ahora el trabajo de la oposición no está entre moverse entre una ideología de derecha o izquierda, sino en partir de la centralidad de la persona. Es en el primado de la sociedad civil frente al Estado que renace la cultura de la responsabilidad, que genera obras, asociaciones, empresas, es decir, verdaderos cuerpos intermedios que sirvan para contener las políticas totalitarias que reducen al hombre a un ciudadano anónimo de sus propios deseos.

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