En contra de lo que muchos piensan, nuestras décadas recientes no han sido las más innovadoras de la historia. El teléfono, el coche, el avión, los reproductores de música y un montón de cosas que cambiaron radicalmente la vida de la humanidad fueron inventados en un lapso muy corto, el que va de finales del siglo XIX a principios del siglo XX. Esa fue la época más innovadora de la historia. Hasta Internet, en el fondo, es un teléfono evolucionado. Un reciente libro nos da un baño de humildad. Lo sentimos por los ególatras del siglo XXI.
CARLOS SALAS
“En comparación con el pasado, la presente no parece una época de innovaciones radicales… Basta con que pensemos en los veinte años que transcurrieron de 1890 a 1910, en los que el mundo conoció un sinfín de productos nuevos entre los que destacan los Rayos X, el vehículo automotor, el avión, el cinematógrafo y la radio, tecnologías en su mayoría que no han dejado de difundirse hoy”.
Quien ha descubierto el pastel es David Edgerton, cuyo libro Innovación y Tradición acaba de aparecer en España (Crítica). Su tesis: mucho de lo que hoy nos sorprende en las nuevas tecnologías ya estaba allí hace mucho tiempo, y en lugar de inventos novedosos, lo que hay son innovaciones o mejoras sobre lo que ya existía.
Por ejemplo, el avión. Nadie podría imaginar que algún día se metería a un grupo de personas en un armatoste para lanzarlas hacia los cielos, mantenerlas allí sin precipitarse al suelo y cubrir distancias colosales en poco tiempo. Inventado en los albores del siglo XX, el avión cambió el modo de vida de la humanidad. Más o menos por las mismas fechas, se empezaron a fabricar coches en masa y a la altura de los años treinta, EEUU ya tenía un parque de millones de automóviles.
Los locos años del XIX al XX
Edgerton revela cosas chocantes que nos hacen reflexionar sobre si realmente estamos usando nuevas tecnologías: el caballo y la bicicleta siguen siendo medios de transporte básicos y vitales en medio mundo. A finales del siglo XIX empezaron a circular los primeros automóviles eléctricos que hoy se consideran tan modernos. Uno de los pioneros fue el español Emilio de la Cuadra, que fabricó en Barcelona autobuses de 20 asientos en 1898, pero fueron abandonados y sustituidos por los de gasolina.
Por las mismas fechas se pusieron las bases de la radio y el teléfono. La primera permitió comunicar con las masas rápida e instantáneamente, o como se diría ahora burdamente, en tiempo real. Y el segundo, permitió a dos personas hablar sin moverse de casa, algo impensable y a la vez fascinante, y que no había sucedido hasta entonces.
Si se mira bien, Internet con sus chats y sus foros no es más rápido que el teléfono. Lo único que hace es servir más información, pero nada más. La versatilidad de las comunicaciones instantáneas a distancia ya existía con el telégrafo sin hilos, inventado por Marconi en el siglo XIX.
Los aviones de hoy son más rápidos, pero son aviones al fin y al cabo. Los coches de hoy son más potentes y seguros, pero coches al fin y al cabo. Los reproductores de cds, y dvds, los ipods y todo eso, son la evolución del gramófono. La música suena mejor, pero es la misma base y se escucha a la misma velocidad.
Edgerton tiene mucha razón y basta consultar cualquier cronología de la técnica para comprobarlo. La electricidad fue uno de los descubrimientos (no fue un invento porque ya estaba allí) más colosales de la historia, sin-la-cual-no-podríamos-vivir. A lo largo del siglo XIX se la fue domesticando hasta dominar la corriente continua y alterna, y de la que surgieron fascinantes adaptaciones como la bombilla. Los que piensen que no podrían vivir sin la lavadora, la secadora, el lavaplatos o el horno microondas, deberían preguntarse en lugar de eso si podrían vivir sin flujo eléctrico. ¡Eso sí que es una catástrofe!
La electricidad fue un invento muy ecológico porque sustituyó a la luz de gas, que era más peligrosa y contaminante. Y en realidad, la primera lámpara no la fabricó Edison, sino un inglés llamado Davy en 1808.
El cine es un invento que tiene unos 115 años. El Metro y las escaleras mecánicas son aún más antiguos. ¿Alguien podría vivir sin ellas? Hasta las bases de la televisión proceden del tubo que el señor Nipkow inventó en 1884. La mayor parte de los elementos químicos se descubrieron antes del año 1900. Inventos tan nuestros como el ordenador y el televisor existían ya en los años treinta en la Alemania nazi.
¿Y qué decir del petróleo y sus derivados? Aunque no lo crean, el keroseno salvó a las ballenas, pues producía mejor luz y a menor precio que el esperma de las ballenas. Y olía mejor. Así que la humanidad sustituyó las lámparas de aceite de ballena por los derivados del petróleo, y con ello se evitó la muerte de miles de cetáceos, aunque arruinó a pueblos enteros que vivían de la industria ballenera.