EMC (Madrid). Rémond ha sido un hombre muy importante. Durante más de medio siglo ha formado a la elite republicana y ha gozado de respeto unánime en el ámbito de las ciencias sociales y, más específicamente, de la Historia de las Ideas. En España es prácticamente un desconocido.
René Rémond
Sin embargo, no hay estudioso de las derechas que no haya leído, al menos una vez, la clasificación de Rémond. Una clasificación que el autor concibió específicamente para Francia, pero que, con las correcciones precisas, puede extenderse a casi todo el continente europeo.
Para Rémond, en la derecha francesa se dan cita tres tradiciones. Una es la legitimista, vinculada al Antiguo Régimen, monárquica, católica y antiliberal. La segunda es la orleanista, surgida con la revolución liberal de 1830, escindida entre el liberalismo popular y el liberal-conservadurismo, y de la que procedían muchos de los prohombres de la III República. Por último, la bonapartista, que es nacionalista, con fuertes dosis de populismo y orientada hacia formas de poder autoritarias e incluso dictatoriales.
Estas tres familias son específicamente francesas, pero el valor del esquema de Rémond consiste en que sirve para otros países. Pensemos en España, por ejemplo. Hay una derecha “legitimista” –monárquica, católica, antiliberal- que reconocemos en la línea que va desde el carlismo hasta Renovación Española. Hay una derecha “orleanista” –liberal, moderna, de tipo economicista- que surge con las revoluciones liberales del XIX y que va a definir, por ejemplo, la España de la Restauración. Y el equivalente autóctono de la derecha bonapartista, que no es difícil identificar con la figura del “cirujano de hierro” de Costa, puede enlazarse con aspectos parciales de las dictaduras de Primo de Rivera y el general Franco. Superpongamos al esquema el componente católico, decisivo en la derecha española –que no en la francesa-, y el modelo puede funcionar.
El ejercicio más amplio de transposición del esquema de Rémond fue el de Weber, que lo extendió al resto de las derechas europeas y lo sintetizó en la llamada “teoría de las tres erres”. La primera “r” es la de la Reacción contra las tendencias del presente, o tradicionalismo. La segunda “r” corresponde a la Resistencia al cambio, o conservadurismo. La tercera “r” es la del Radicalismo esencial, o nacionalismo autoritario.
Tanto la taxonomía de Rémond como las erres de Weber son muy sugestivas desde el punto de vista teórico, porque simplifican las cosas, pero presentan una limitación importante, a saber: la heterogeneidad de los objetos que habríamos de meter en cada uno de esos cajones. Por ejemplo, en el cajón del bonapartismo o radicalismo cabría incluir fenómenos tan dispares como el gaullismo francés, el salazarismo portugués, el autoritarismo militar del general Primo de Rivera y, por supuesto, varios aspectos del régimen del general Franco. Y después, para darles entrada en la “casa común” de la derecha, habría que explicar en qué todos estos fenómenos ideológico-políticos convergen con el liberalismo de Thiers o Canalejas, el tradicionalismo de Menéndez Pelayo, etc. Dicho en otros términos: las teorías de Rémond y Weber nos facilitan una herramienta de clasificación, pero no de definición, y mucho menos nos proveen de un material capaz de decir por qué las diversas derechas pueden todas ser llamadas... derecha.
En todo caso, la obra de Rémond ofreció una buena herramienta para que la derecha contemporánea pudiera entenderse a sí misma. Otra cosa es que lo haya sabido aprovechar.