Me preocupa especialmente la volatilidad de la información en las redes sociales. Como prosumidores salvajes e incontrolables de información (productores y consumidores al mismo tiempo), cualquier tipo de mensaje que proveemos se vuelve obsoleto en cuestión de minutos o segundos, masacrado por nuevos tweets, entradas, opiniones o comentarios nuevos. Por red social incluyo cualquier tipo de medio social de comunicación de la nueva era destinado a que personas se comuniquen y compartan cosas, como por ejemplo Facebook, Google +, Twitter, foros o cualquier otro medio donde personas, libremente, puedan compartir algo de información de forma multilateral.
Lanzo algunas preguntas. ¿No os inquieta o preocupa que la información vuele en Internet?, ¿Qué lo que colguéis sólo informe a aquel que en ese momento esté pegado al móvil/ordenador?, ¿Qué el tweet o estado que subáis por la mañana esté a la cola de una lista enorme al final del día, independientemente de su relevancia?, ¿Qué en multitud de ocasiones ni siquiera seáis leídos?, ¿No os irrita en cierto modo invertir tiempo en medios como twitter dónde, a día de hoy, más de 2000 tweets se publican por segundo (y subiendo día tras día)?, ¿No os alarma que cuando contáis algo que consideráis importante en vuestro muro de Facebook, ni siquiera un 10% de los que se supone son vuestros amigos de señales de haberse interesado o incluso de haberlo leído? A mí sí.
Me considero un usuario medio de Twitter. Relativamente nuevo, 40 seguidores, de los cuales son útiles un 20% aproximadamente, considerando útil aquel al que verdaderamente le importa la información que aportas, e intento mantener en alrededor de 50 las personas/empresas que sigo para no saturarme de información inútil, pero obviamente ese número se va incrementando a medida que pasa el tiempo y crecen mis intereses. ¿Realmente, como individual, alejado de la farándula, el famoseo, el fenómeno fan, o de ser considerado un genio, referencia o gurú, merece la pena invertir tiempo en este tipo de medio?, ¿Deberíamos replantearnos el hecho de pasar tiempo pegado a este tipo de redes donde la información que proporcionamos roza la productividad negativa y dónde el ratio calado/tiempo invertido es ínfimo?
De las muy diversas opiniones que he oído, dos me han llamado especialmente la atención: “El secreto del éxito de las redes sociales es estar conectado a la última información” y “Las redes sociales están bien para reírse a ratos”. Por fortuna o por desgracia, no nos podemos mirar el ombligo, hay que mirar más allá, en un sentido global y observar que las redes sociales ya no se utilizan exclusivamente para pasar el rato. Información de alto calado social, datos empresariales, información personal, rumores o estados de ánimo se actualizan cada segundo a muchos niveles. Este hecho choca con la primera afirmación. Desde un punto de vista racional, en una sociedad dónde cada vez prima más la optimización de los recursos y dónde la utilidad y eficacia de nuestro tiempo cobran vital importancia, estar a la última implica que la información que está justo detrás, esa que habéis subido, igual de actual y a lo mejor más importante, pierda importancia de forma exponencial, por lo que consecuentemente dejamos de estar realmente a la última.
Dado el altísimo número de usuarios, y siendo igual de aplicable el hecho de la volatilidad informativa, entiendo el afán de empresas y referentes sectoriales o sociales de estar presente en estos medios como forma gratuita y masiva de llegar a la gente, pero este artículo es una autocrítica de un inquieto servidor a la sociedad de nativos digitales que hemos creado y que no parece que tenga freno. De momento, el uso de redes sociales, mayoritariamente por parte de jóvenes, cuyo rango de edad se incrementa gradualmente con el paso de las generaciones, lo considero una estricta cuestión de ego por parte de estas personas físicas individuales, nosotros, una necesidad irremediable e insaciable de contarle a nuestro reducido mundo que nos ocurre, dónde estamos, dónde vamos, qué necesitamos, qué nos preocupa, o qué está pasando por nuestra mente, el cual además lo acepta con cierta reticencia y pasotismo, pero nos da igual, porque aun así, nos levantaremos al día siguiente dispuestos a seguir produciendo y consumiendo información.
De la misma forma que el mundo de las redes sociales avanza a la velocidad de la luz, mis preocupaciones acerca de su futuro, su utilidad a nivel personal y mi sentimiento de monotonía hacia ellas crecen igual de rápido. ¿Deberíamos volver a verlas cómo un simple modo de mantener el contacto con nuestros amigos y conocidos? Lo cierto es que la mayoría de los mortales perdemos más tiempo informando qué importancia tiene dicha información. ¿Hacia dónde irán en un futuro cercano? ¿Tomarán un nuevo camino o los humanos seguiremos adictos únicamente al morbo de contar nuestras vidas a un público muy incierto? Sólo el futuro nos dará la respuesta