Los hay que roban por amor

¿Quién robó las joyas de Sissí emperatriz?

Pocas figuras hay en la historia de Europa –entre otras cosas, por culpa del cine- tan pastelosas como la emperatriz Isabel, más conocida como Sissí. Pero esta mujer, culta y atribulada, era mucho más que una hermosa muñeca de porcelana. Hace nueve años, alguien robó una de sus más afamadas joyas: un pendiente en forma de estrella con una gran perla en su centro y toda la superficie tachonada de diamantes. Ahora la joya acaba de aparecer en un rincón del Canadá. El ladrón la conservaba en su poder. ¿Por qué?

Compartir en:

elmanifiesto.com

Isabel de Wittelsbach (1837-1898) llegó al trono de Austria por casualidad, o más bien por su belleza, que encandiló al emperador de Austria Francisco José I cuando la vio en Bad Ischl, lugar de veraneo imperial. A pesar de su matrimonio, las relaciones entre ellos nunca fueron buenas, lo que empujó a Francisco José a los brazos de la actriz, Katharina Schratt, quien sería su amante fija. Sin embargo, ello no parecía importar a la princesa, quien pidió que se realizara un retrato de Katharina para que su marido lo colgara en el despacho. 

Su vida estuvo marcada por la extravagancia: hacía espiritismo para comunicarse con su hijo muerto, algunos días sólo comía caldos de carne para poder mantener su delgadez extrema –medía 1,72 m y nunca sobrepasó los 50 kg-, y sus 49 centímetros de cintura, que pronto fueron tan famosos como las mejores iglesias del Imperio. Era también una gran derrochadora, al tiempo que construía su fortuna personal: fue unas de las primeras damas de la realeza extranjera que invirtió en acciones y abrió cuentas de ahorro en entidades privadas. Todo lo cual lo combinó con una inquietud cultural verdaderamente prodigiosa. Y además, la práctica de la esgrima. Una mujer muy singular.

La vida de la princesa estuvo marcada por la aversión a la corte, las cefaleas y, además, el fasto. Tenía cientos de trajes y de pares de zapatos, lujosísimos artículos de tocador y, por supuesto, carísimas joyas. Entre ellas había camafeos, pendientes de diamantes, collares de perlas, pulseras de oro y todo tipo de joyas elaboradas con piedras preciosas. Sin embargo, toda su riqueza no pudo salvarla de morir trágicamente en manos del anarquista Luis Lucheni, quién le atravesó el corazón con un estilete cuando descansaba en Ginebra. Era el año 1898, momento en que murió la princesa y nació el mito.

Este año la princesa ha vuelto a la actualidad, precisamente con motivo de una de sus míticas joyas. Ésta fue robada en 1998, cuando estaba expuesta en un castillo de Schönbrunn, en Viena. Se trataba de un pendiente en forma de estrella con una gran perla en el centro y cuya superficie estaba tachonada por un gran número de diamantes. La joya, que llevaba desaparecida nueve años, acaba de aparecer en un registro policial en una casa de Winnipeg. El descubrimiento lo realizó la policía canadiense en el curso de una operación de desmantelamiento de una red especializada en el robo de bancos y tarjetas de crédito que operaba en distintos lugares de Europa y África.

Los austríacos pueden estar tranquilos, ya que la portavoz de la policía, Jacquelin Chaput ha declarado que “la joya está en nuestro poder pero la devolveremos a Austria; aunque aún no sabemos ni cuando ni dónde”.

El presunto cerebro de la red que había robado la joya, Gérald Bouchard, de 35 años, ha sido detenido gracias a la colaboración de la policía de Winnipeg con otros servicios de la policía de Canadá. La investigación había comenzado en el 2004, después del robo de un banco canadiense. Esta vez la historia ha terminado con un final feliz… para Sissí.

La pregunta es: ¿Por qué el ladrón se había quedado con la joya? ¿Se enamoró también él de la memoria tortuosa de Sissí?

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar