Un 80% de abstención: impresentable

La Universidad Complutense da la espalda a las urnas

A pesar de todas las razones que se alzaban contra su eventual reelección, Carlos Berzosa ha ganado la primera vuelta de las elecciones a Rector de la Universidad Complutense. Una victoria sin alas, legitimada sobre un escandaloso 80% de abstención. Este volumen de indiferencia electoral, sumado a la victoria de un candidato oficialista del PSOE, supone para la primera Universidad española una renuncia expresa a sus fueros –a la potestad de autogobierno que le asiste- y la rendición de esta privilegiada plaza del razonamiento y la ponderación de opuestos al sucio juego partitocrático.

Compartir en:

El atractivo de la candidatura de Gustavo Villapalos residía en su independencia. Hombre cercano al Partido Popular hasta el punto de haber ocupado con Ruíz-Gallardón la cartera de Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, la clara apuesta del PP por Ángel Nogales le permitió concurrir a las elecciones libre de todo compromiso partidista. Dado el marcado sesgo político de la gestión de Berzosa, la opción Villapalos servía una preciosa oportunidad a la Complutense para dotarse de una dirección profesional y una gestión independiente, avalada por los resultados de una muy exitosa etapa de gobierno anterior.

La decepción ante el fracaso de esta candidatura no puede limitarse, pues, al entorno del Catedrático de Historia del Derecho y su equipo de colaboradores. Para el común de los ciudadanos hubiera resultado esperanzador el ejemplo de una institución celosa de su libertad e independencia, y consciente de su excepcionalidad como ámbito susceptible para una ilustrada autogestión cara a los torpes intereses de poder. 

La molicie de los principales candidatos y del 80% del cuerpo electoral está a punto de signar el perfil partitocrático de todo un cuatrienio. Este volumen de abstención invita a considerar si todo el prestigio de la institución estará basado en un simple error de apreciación: la mentalidad de los profesores, los alumnos y los funcionarios no difiere en absoluto del perfil común del resto de la sociedad; que acaso sea falso el prejuicio intelectualista que afirma en las personas más ilustradas un deseo permanente de autonomía y autogobierno que las capacita para imaginar y poner en práctica las mejoras y avances que la res-pública necesita; que pertenecer a la comunidad universitaria no implique otra cosa que disponer de un sueldo del Estado (“¿para qué te vas a complicar la vida?”) o la posibilidad de obtenerlo; que no hay más elite en España que la que manda en el partido y, a través suyo, en cada rincón de la sociedad civil.

Ante la amenaza de la segunda vuelta, los dos candidatos de derecha tendrán que hacer frente común. Aún así, parten con una clara desventaja frente al éxito cosechado por Carlos Berzosa. Perdida la ocasión de proclamar la independencia de la Complutense del poder partitocrático, de la mano de un candidato ideológicamente significado pero despojado de todo compromiso jerárquico, se trata ahora de determinar el color del partido que ha de gobernar la Universidad. Consciente de esta responsabilidad, Villapalos se apresta a ofrecer su apoyo leal a la otra candidatura derechista, entrando en escena la dialéctica simplista de las simpatías y las antipatías.  

La victoria de Nogales sobre Berzosa sería un simple mal menor, otra “victoria sin alas”: vergonzosamente, los candidatos con posibilidades de ser proclamados como Rector de la primera universidad española seguirán designándose en algún despacho de Génova o de Ferraz… con la connivencia de ocho de cada diez llamados a las urnas que prefirieron “pasar” del futuro gobierno de la Complutense.

La “República Complutense”, entre cuyos ciudadanos y dignatarios habría de encontrarse gran parte del talento de nuestro país, tendrá que hallar una mejor ocasión.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar