19 de junio de 2025

Director: Javier Ruiz Portella

André Ventura, el líder portugués de Chega!, celebra, mostrando una cruz, su gran avance electoral

Chega! llega, en Portugal, al 23% de los votos

Nuestros vecinos portugueses

Sigue avanzando, irresistible, el fantasma que recorre (y estremece) a Europa: el fantasma del nacional-patriotismo. Ahora le ha tocado el turno a Portugal, donde Chega!, el partido liderado por André Ventura (en la imagen) es el que más ha progresado en las elecciones de este domingo. Con un 23% de los votos, ha roto el bipartidismo que, como en España, lo dominaba y asfixiaba todo desde la instauración, con la Revolución de los Claveles, del nuevo régimen. Aunque empatado con los socialistas, que han sufrido el mayor descalabro de su historia, Chega! —que ha prometido, entre otras cosas, expulsar a todos los inmigrantes ilegales tan pronto como llegue al poder— se ha convertido así en el segundo partido de Portugal y el primero de la oposición, frente a la triunfante Alianza Democrática (el PP portugués, para entendernos) del primer ministro Luís Montenegro, que, no habiendo alcanzado la mayoría absoluta de los escaños parlamentarios, tendrá que hacer frente a la constante y radical oposición de Chega!

 

Polonia

El desasosiego que hace temblar a los oligarcas que en Bruselas tienen su Meca también se ha extendido este domingo a Polonia, donde había elecciones a la presidencia de la República. En las últimas legislativas, los globalistas, comandados por el actual primer ministro Donald Tusk, lograron echar del poder al PIS, el partido de orientación nacional conservadora, así como un tanto clerical. Sin embargo, se han tenido que enfrentar a las facultades, pequeñas pero no meramente simbólicas, de que gozaba Andrzej Duda, el presidente de la República. Andrezj Duda, un hombre del PIS, les ha hecho la vida imposible todo lo que ha podido, pero su mandato aha llegado a su término, de modo que los oligarcas liberales esperaban librarse de tal fardo obteniendo que su candidato, Rafal Trzaskowski, se impusiera a Karol Nawrocki, el candidato del PIS.

Pues no. Sus deseos no se han cumplido. Su candidato ha obtenido el 31% de los votos, mientras que Nawrock le pisaba los talones con el 29%. Habrá, pues, una segunda vuelta. Y en ella, a los votos de Nawroski se sumarán sin duda los que, con un 15%, ha logrado Sławomir Mentzen, un candidato aún más radical que Nawroski en su posicionamiento i-liberal y antiglobalista.

 

Rumanía

También en Rumanía había este domingo segunda vuelta electoral. Pero no, era la cuarta, en realidad, después de que las autoridades rumanas, arrodillándose ante las instancias de Bruselas, hubiesen anulado hace algunos meses la primera vuelta ganada por  Calin Georgescu, el candidato nacional-soberanista de AUR (Alianza para la Unidad de los Rumanos). Al mismo tiempo, cancelaban, llenos de miedo, la segunda vuelta, en la que los sondeos daban a Georgescu una amplia mayoría, al tiempo que le prohibían presentarse a la tercera vuelta, que tuvo lugar hacer quince días. Quien entonces gano fue George Simioni, el segundo de Geprgescu, y lo hizo con nada menos que con 20 puntos de diferencia (¡algo nunca visto en sitio alguno!) respecto a Nicusor Dan, el candidato de la oligarquía liberal y pro-Bruselas. No alcanzó, es cierto, a la mayoría absoluta, razón por la cual se celebraba ayer la cuarta vuelta de lo que algunos tilden quizás de la farsa democrática. Con una aplastante diferencia de 20 puntos alcanzados en la tercera  vuelta (la de hace 15 días) y manteniéndose con 5 puntos de diferencia a lo largo de toda la campaña, la victoria del candidato i-liberal se daba por descontada.

Pero…

Lo que son las cosas. Mire usted por dónde, lo que eran 5 puntos por encima dur toda la campaña, va, llega el día de las elecciones y, ¡zas!, de golpe y porrazo se convierte en 8 puntos por debajo.

Con un 54% de los votos frente al 46% de George Simioni, el candidato de Bruselas se ha hecho, ante el asombro general, con la codiciada presidencia de la República. Al mismo tiempo, un pestilente olor a puchero, acompañado de múltiples denuncias de flagrantes irregularidades, invadía todo el país.

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