Todos esperamos con ansiedad que llegue el 10 de marzo. Estamos acostumbrados a que irrumpan, con fuerza, en la campaña electoral argumentos extraños a la misma. A buen entendedor pocas palabras bastan…espeemos que el día de reflexión no ocurra nada raro ni extraño
Presidente del Gobierno Z, nos intenta atemorizar con argumentos propios del tardofranquismo de los años 70 del siglo pasado. Como si fuéramos menores de edad o incapaces, intenta que ejerzamos el voto del miedo o el voto útil. ¡Que viene la derecha!, ¡que viene el lobo!
Frente a esto, es preciso que demostremos que el mejor voto es aquel que se ejerce libremente y en conciencia.
Hoy no pretendo hacer proselitismo ni representar a nadie en este artículo, bastante tengo con representarme a mí mismo. Hoy, en este humilde blog, que lo es porque me da la gana, pretendo trasladar a la opinión pública el programa que le pediría a un partido imaginario o real, para poder votarle en conciencia, de forma útil.
Creo que la crisis que vivimos es una crisis de valores, de principios, de identidad. Para superarla es necesario que España, últimamente tan discutida y discutible, encuentre el norte de destino colectivo sugerente y atractivo que nos lleve a encontrar aquello que siempre quisimos ser y casi nunca fuimos: la “res-publica más democrática y libre de la tierra.
Sin distraerme más yo votaría a:
Un partido que, con toda claridad, se declare español, en todas y cada una de las regiones españolas y niegue, rotundamente, la posibilidad de pacto con los partidos y minorías nacionalistas.
Un partido que crea en una sociedad de hombres libres e iguales en derechos y deberes.
Un partido que afronte la realidad del hombre como persona, como hombre en relación con otros hombres, que convive con otros para hacer algo juntos: una España concebida como tierra de nuestros padres y de nuestros hijos.
Un partido que entienda que cada español es un ser digno, con derecho a ser tratado como sujeto y no como objeto.
Un partido que busque la realización de la justicia fundamentada en la desigualdad natural entre los hombres, fundamentada en la aristocracia del esfuerzo.
Un partido que promueva un estado que garantice el ejercicio de los derechos individuales y sociales, aunque no los preste directamente y que dedique una parte importante de sus recursos a la solidaridad y a la protección de los más débiles.
Un partido que afirme la separación de poderes y la independencia de los jueces y tribunales y de su gobierno.
Un partido que recuer la libertad política mediante la reforma del sistema electoral que padecemos. Una reforma que permita a los españoles la elección directa del presidente del gobierno, de los presidentes autonómicos y de los alcaldes mediante un sistema electoral mayoritario a dos vueltas.
Un partido que crea en el imperio de la ley y en un estado mínimo, fuerte y garantista de los derechos individuales.
Un partido que crea que la sociedad debe vertebrarse, a través de los subsistemas sociales y cuerpos intermedios para que se genere un conjunto de pesos y contrapesos capaz de evitar los abusos de poder.
Un partido que fundamente el desarrollo económico en la libertad de mercado y en la iniciativa privada.
Un partido que propugne una reforma fiscal con un solo tipo impositivo en el IRPF, que suprima el impuesto de patrimonio y el de sucesiones y de donaciones.
Un partido que declare urbano todo el suelo y limite, estrictamente, las superficies protegidas por interés ecológico, artístico, histórico o cultural.
Un partido que crea en el diálogo de civilizaciones y no en su alianza.
Un partido que se oponga frontalmente a la cultura de la muerte, al aborto y a la eutanasia activa
Un partido, en fin, que recupere y regenere España, la España que defiende el derecho de los españoles a afirmar sus fueros, su honra y su hacienda. Una España que tenga un papel protagonista en la reinvención del concepto de Europa y Occidente.
Mi partido, mi voto útil.