Mañana de domingo.
La plaza es un gorjeo de voces,
pálpito caótico del hombre en su descanso.
Como dos intrusos en el bullicio,
alguien susurra de memoria
a su hija
el Walking around de Neruda.
Sus tres años de cuerpo estremecido
balancean la melodía,
sus ojos cerrados
descubren
que también el idioma
puede tener fiebre.
Ambos polizones
se abrazan
por una antigua conmoción
llamada a sucederse.
En la algarabía
de un domingo cualquiera
hay quien toma su primera lección
de un tratado
jamás escrito.