Rajoy demostró en el debate ser tan inteligente o más que Zapo. Nos tenía confundidos, con tantos complejines. Es más honesto que el Canalla Iluminado, y por eso al empezar el debate no interrumpía al adversario. En cambio Zapotero, experto en tácticas sucias y rastreras, interrumpió desde el primer momento, buscando poner nervioso a Mariano y comerle el terreno mediante cualquier trampa a su alcance. El del PP debió pensar que si al Ilumineta se lo permitían, él no iba a jugar en desventaja, de modo que también acabó interrumpiendo, aunque no tan reiteradamente. Hizo muy bien, puesto que lo que más desconcierta a los abusones es que les respondan con la misma moneda y sin contemplaciones. Zetapero acabó titubeante, con una expresión de cabreo manifiesta, que casi apuntaba a empezar a llorar. Quedó en evidencia que no es más que un robotín que repite eslóganes demagógicos, cuya macarrería en la discusión queda desarmada en cuanto le responden con contundencia.
Manuel Espinosa Fernández