Crónica de frontera

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Por el humo averiguaron

la proximidad de los acontecimientos.

 

Los objetos conservaban

sorprendentemente su disciplina:

la sartén en el vilo aún

de un fuego por extinguirse,

una disposición de plato y cubierto

dibujaba el fósil

de un hábito mudo.

 

Sólo un fugitivo o un ermitaño

podría vivir en este cobertizo

en medio de la estepa.

 

Como hormigas cruzaban la estancia

ávidos por llevarse algo

a la boca de las conjeturas.

 

Descartada la incursión del indígena

nadie supo dar una explicación razonable

a lo sucedido.

 

Un vocerío de capturas salpicaba

en las redes de la lógica.

 

Rendidos por la incertidumbre,

incapaces de entender el móvil de la huida,

decidieron volver a sus trabajos.

 

Entonces vino el silencio:

 

acústica ceniza

en la deserción de uno mismo.

 

Qué extraño todo

y cuantas veces se ha parecido

esta escena a mi vida.

 

www.fernandoanaya.com

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