Alejandra Alba. Desde Bogotá para EL MANIFIESTO
Es curioso. Arden por doquier las Redes Sociales (las de la derecha al menos) ante la explosiva situación existente en Venezuela. Después, sobre todo, del ultimátum de Trump y del envío de una más que aguerrida flota norteamericana, la cual surca ya las aguas territoriales de Venezuela, la situación, en efecto, está más que madura (nunca mejor dicho) para que pronto podamos celebrar el fin de la narcodictadura de Nicolás Maduro y de sus compinches, como un tal José Luis Rodríguez Zapatero, dicho sea de paso. Y, sin embargo, asombra conectarse a los grandes medios españoles y constatar el silencio con el que están cubriendo el asunto. ¿Qué pasa?¿También ellos acaso …?
Resumamos la situación
La administración norteamericana, mediante una Orden Ejecutiva del Presidente Donald Trump, ha emprendido una operación contra el narcotráfico y el terrorismo. Consiste en un ultimátum dado a Nicolás Maduro para que en el plazo de cuatro días abandone el poder. En caso de no hacerlo, Venezuela sería invadida mediante las acciones emprendidas por la siguiente flota:
Tres destructores de clase Arleigh Burke: el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson.
El Amphibious Ready Group: el grupo anfibio en el que se encuentran apostados varios miles de soldados, compuesto por el USS Iwo Jima (LHD-7), el USS San Antonio y el USS Fort Lauderdale.
Añádanse a ello los aviones de vigilancia marítima P-8A Poseidon.
Así como, al menos, un submarino nuclear de ataque que opera de manera clandestina en el sur del Caribe.
Apoyo militar, pero apoyo jurídico también
Además del aspecto militar de la cuestión, está su fundamento jurídico. Nicolás Maduro ha sido declarado «un objetivo legítimo», declaración para fundamentar la cual se han seguido estrictos pasos: una sentencia de un juez federal de Manhattan, una calificación de «riesgo de seguridad nacional» y la expresa aclaración de que el narco-dictador «no es el presidente legítimo de Venezuela, sino el líder del Cartel Los Soles».
Para penetrar en el territorio donde el Maduro está escondido basta con la autorización de Edmundo González Urrutia, el presidente electo al que no se le permitió asumir la presidencia.
Los referidos trámites judiciales son, por lo demás, los mismos que se siguieron en 2011, cuando un comando estadounidense penetró en Pakistán y liquidó a Osama bin Laden. De modo que, por poco que piense en tales antecedentes y en la flota que tiene enfrente, lo mejor que puede hacer Maduro es ponerse a hacer las maletas lo antes posible. Suponiendo que no sea ya demasiado tarde.
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