22 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

La revista ‘Éléments’ pronto en español. Editada por EL MANIFIESTO

Aprovechamos la publicación de este artículo, “¿Pasarnos del pasado?”, del periodista Jean-Paul Brighelli en Causeur, donde glosa las ideas de Alain de Benoist y de la revista Éléments —buque insignia de la Nouvelle Droite desde hace cincuenta años—, para comunicarles una importante noticia: a partir del próximo mes de octubre EL MANIFIESTO va a editar en español, cada dos meses, la revista Éléments, ese faro del pensamiento rebelde de derechas. La revista estará disponible tanto en papel como en PDF, pero todavía no se han fijado los demás detalles (precio, suscripción, modalidades de difusión, etc.), de todo lo cual se les informará en su debido momento.


¿Pasarnos del pasado?

 

Alain de Benoist tiene mala prensa entre la gente de izquierdas, que le acusa, sin haberle leído nunca, de haber dado a la «nueva derecha» las armas conceptuales que la izquierda pretendía poseer. Pero las cosas están cambiando poco a poco: Front populaire (la revista soberanista, no el conglomerado de imbéciles que usurparon la memoria de Léon Blum) llegó a entrevistar al redactor jefe de la revista, François Bousquet, para aclarar la posición de nuestro filósofo, que ya tiene ochenta años, pero cuyo dedo meñique contiene más inteligencia que toda la Izquierda junta.

En el editorial del último número (agosto-septiembre) de Eléments, «la revista de las ideas boca arriba», Benoist comienza señalando una paradoja francesa: mientras el público está extasiado con los libros de historia (y las novelas históricas…), el sistema escolar hace tiempo que decidió hacer borrón y cuenta nueva del pasado, como sugiere «L’Internationale»:“Todo ocurre como si la historia tuviera que ser neutralizada o vaporizada. ¿Por qué? Porque es portadora de una narrativa que algunos odian y desearían que llegara a su fin. Porque conlleva todos los peligros de la memoria. Porque remite a algo que nada tiene que decirnos, salvo provocarnos pensamientos incorrectos: el pasado.

Ya expliqué en mi libro La Fabrique du crétin que detrás de esta erradicación de la Historia en las escuelas está el sueño de los europeístas de borrar la memoria de nuestros países. Impedir que se injerte en el cerebro de los niños cualquier referencia a los reyes que hicieron de nuestros países lo que son, o a los grandes días que los sacudieron o fortificaron, cuando la actualidad (Mbappé, los Juegos Olímpicos y el hecho de que haga calor en verano) da respuesta a las grandes preguntas de nuestro tiempo: ¿tiene talento Zaho de Sagazan, es hallal la comida de McDonald’s, con quién tuvo Lucie Castets el hijo que comparte con su «esposa»?

Esto es mucho más importante que averiguar cómo la UE financia las redes de asociaciones islamistas con decenas de millones de euros, ¿no? O cómo Inglaterra acabó estallando de rabia al ser entregada a la sharia y a los asesinatos rituales… Los periodistas han elegido su bando.

Alain de Benoist señala a “los que sueñan con una Europa dotada sólo de una ‘memoria negativa’, los que se interesan por el pasado sólo para convertirlo en un repulsivo, en un motivo de arrepentimiento […] Para las petroleras[1] del neofeminismo, el pasado es la dominación y el patriarcado. Para los wokistas, el pasado no es más que oscurantismo, colonialismo, persecución y discriminación; algo, pues, que hay que olvidar lo antes posible, salvo para pronunciar un permanente mea culpa».

Taubira[2] y compañía golpean más duro que Jehová

Es una idea muy extraña, la de la culpabilidad por las «culpas» de nuestros padres: una idea judeocristiana, en realidad: «“Actuaré contra aquel que haya pecado”, dice el Señor (Éxodo, 34, 6-7), “contra sus hijos hasta la tercera o cuarta generación”». Los wokistas de hoy en día hacen un trabajo mucho mejor culpándole a usted de los pecados de sus antepasados. No hay perdón en el mundo de la culpa universal. Taubira y compañía pegan más duro que Jehová.

Al menos siempre que usted sea blanco. Enel mismo número de Eléments figura una entrevista con Jeremy Carl, reciente autor de La clase desprotegida: cómo el racismo antiblanco está destrozando América. La Carta de Derechos Civiles de 1964 hace imposible que los blancos se quejen del racismo. Tanto es así que muchos blancos, siempre que tengan un antepasado vagamente moreno en algún sitio, afirman pertenecer a una u otra de las comunidades protegidas por la Constitución, cosa que los totalmente blancos no hacen.

Un sueño para los defensores de la culpa indefinidamente diluida.

Por su parte, Daoud Boughezala ha recogido, en el mismo número de Éléments, las palabras de Morgan Sportès, un escritor nada desdeñable, que señala como el que no quiere la cosa: «Los poseídos de Dostoievski eran fanáticos políticos, pero tenían una cultura revolucionaria. Nuestros yihadistas son en su mayoría zombis incultos. Por eso están desposeídos». Uno de los principales objetivos del actual sistema educativo estatal es impedir que los alumnos posean siquiera una semblanza de memoria colectiva, lo que los constituiría como una colectividad francesa en lugar de compartimentarlos en comunidades antagónicas.

Todo eso nos va a matar. Y los profesores de historia que, para comprar la paz escolar, se complacen en evocar la trata de esclavos atlántica sin mencionar siquiera la trata de esclavos saharaui, que fue mucho más duradera y mortífera, son unos bastardos a los que hay que despedir urgentemente.

Sólo somos culpables de nuestros propios actos. Lo que hicieron mi padre o mi abuelo no es responsabilidad mía. Y cuando, bajo la mirada cansada de los demás pasajeros, ninguno de los cuales intervino, un musulmán de Montpellier masacra en un tranvía a un blanco del que sospecha sin motivo que es judío —para los fanáticos, todos los blancos son judíos—, debe ser castigado severamente, y no condenado a un año de prisión sin reclusión, lo que le permitirá volver a hacerlo mañana. Qué habríamos oído si un partidario del RN se hubiera ensañado con uno de los muchos magrebíes o africanos que pululan en la ciudad.

[1] ‘Pétroleuses’, en francés. Término con el que se conoce a las mujeres acusadas de incentivar con petróleo los incendios propagados eh París al ser derrotada la Commune en 1871.

[2] Christiane Taubira, exministra de Justicia, nacida en la Guayana francesa y de ideas  izquierdistas, neofeministas y culpabilizadoras de la civilización europea.


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