Está haciendo historia Reform UK, el partido identitario del Reino Unido que, liderado por Nigel Farage, ya va por delante de laboristas y conservadores en todos los sondeos de opinión. La historia que está haciendo es de la grande: si a Farange no lo matan o si su partido no es prohibido; si tampoco prohíben a la AfD alemana o si no matan a sus dirigentes,[1] y si tampoco sucede tal cosa con la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia, entonces, como lo lógico es que se cumplan los actuales sondeos, se le habrá dado la vuelta a la tortilla del actual orden del mundo. Nada más ni nada menos
Es considerable —y uno lo entiende— la zozoba, el temor que tales perspectivas engendran entre la gente woke; pero no por ello tienen la menor intención de plegar velas. Al contrario, empiezan a verse acorralados y, por ello mismo, contraatacan atacando e incluso con mayor ahínco. Así, en el Reino Unido, han emprendido una importante campaña contra… las gentes del campo. No basta con ahogar económicamente a agricultores y ganaderos, no basta con arrancar sus árboles y convertir sus fecundas tierras endesiertos dedicados a la energía solar. También se les acusa ahora de racismo contra las muchedumbres inmigrantes que llegan a sus pueblos, al tiempo que se denuncia lo casposo y rancio… de los paisajes ingleses.
Publicado por tres investigadores de la Universidad de Leicester, «El proyecto sobre el racismo rural: hacia un campo inclusivo» es contundente: el campo inglés, «a menudo idealizado como un espacio de belleza atemporal, paz, patrimonio cultural y comunidad imaginaria», es en realidad, para tales investigadores, sinónimo de exclusión y racismo. Es urgente remediarlo, sobre todo porque no es cierto que la historia del campo sea «una historia blanca». Al contrario, «las vidas campesinas han sido moldeadas por el trabajo colonial y la inmigración» [sic].
Una metodología orientada
Entre 2023 y 2025, los investigadores realizaron 115 entrevistas y «numerosas conversaciones informales» con tres tipos de personas: personas pertenecientes a minorías, campesinos blancos y «aliados blancos [sic] activamente comprometidos con la lucha contra el racismo en Inglaterra». El texto habla claramente de «aliados blancos», opuestos a los malvados «campesinos blancos» que rezuman xenofobia y a los que hay que hacer la guerra.
De estas conversaciones, llevadas a cabo de forma más o menos científica según los estándares de la sociología, se han extraído tres informes (y un vídeo de presentación, más propagandístico que académico). Se analizan «las experiencias de hostilidad» y «las expresiones de hostilidad» (explorando «las expresiones históricas, culturales y simbólicas del racismo en las zonas rurales»). El tercer informe es ingenioso, ya que se centra en las «reacciones hostiles a la exposición del racismo campesino»: si no te gusta nuestro estudio, es que eres racista. ¡Imparable!
Los campesinos blancos, nos dicen los académicos, se benefician de una «experiencia intergeneracional» del campo, de la que obtienen una ventaja sobre los que vienen de otros lugares y no conocen sus códigos. Viven en una comunidad unida de la que las minorías pueden sentirse excluidas. Esto define, si no un pecado original, sí al menos un «racismo estructural» construido por el miedo, la ignorancia, el comportamiento aprendido y el populismo, nada menos.
De manera objetiva, ¿cómo experimentan las víctimas este racismo? Las personas pertenecientes a minorías testifican que no se puede vivir en el campo sin coche o sin congelador. O que hay vallas por todas partes: «Cada parcela de tierra pertenece a alguien». ¡Impactante! Dana, asiático-galesa, se queja: «Es imposible encontrar comida negra, asiática o de minorías étnicas [sic]». Peor aún: ¡la tienda de comestibles del pueblo solo recibe cilantro una vez a la semana! Si eso no es racismo… Encontrar comida kosher o halal es tan difícil que un testigo se ve reducido —perdonen este detalle, es sociológico— a alimentarse de cosas que le estriñen: «Tienes la impresión de que todo tu sistema está obstruido», explica en la lengua de Shakespeare.
Lo halal y lo que lo acompaña
Ante esta situación insoportable, no se puede prescindir de una «política rural inclusiva» para promover «la diversidad en el marco de la regeneración campesina». Sí, se trata de «regeneración». Una palabra fuerte, ¿el equivalente políticamente correcto de la «Gran Sustitución»? Hay que hacer que las minorías asciendan en las instituciones rurales, luchar contra el racismo mediante «celebraciones de la diversidad para establecer un vínculo y un sentido de pertenencia». Sobre todo, «las instalaciones y los servicios deben reflejar las necesidades de las diversas comunidades». Entendamos, ya que se ha hablado de la falta de productos halal, que se necesitan tiendas de comestibles halal, pero también las «instalaciones» y los «servicios» relacionados con esta comida sacrificial: alfombras y mezquitas.
El gran pecado de los campos ingleses ya ha sido «documentado» por un estudio de la ONG ecologista Wildlife and Countryside Link y denunciado por el Museo Fitzwilliam de la Universidad de Cambridge, que advierte a sus visitantes sobre el aspecto «nacionalista» de ciertos paisajes. Están obsesionados. Hay que deshacerse de los «blancos» y de su cultura, hay que mestizar y borrar, fundir y confundir, diluir la identidad europea hasta lo más profundo del campo, como en Francia, donde se esparcen los inmigrantes ilegales. Los investigadores responsables del presente estudio pertenecen, como se ha dicho, a la Universidad de Leicester, más concretamente a su «Centro de Estudios del Odio». Pero, ¿de qué odio se trata aquí, si no es del odio hacia los blancos?
© Boulevard Voltaire
- Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado de Alemania, va a celebrar elecciones el próximo 14 de septiembre. Según señalan todas las encuestas, las elecciones serán ganadas por la AfD; y, según señalan los informes de la policía, se ha producido una casualidad tan sorprendente como improbable según las leyes de la estadística: en el plazo de muy pocos día seis dirigentes de dicha formación patriótica han resdultado muertos, uno tras otro, en extrañas circunstancias. ↑
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