No injuriaremos nuestra prosa glosando la cartita sensiblera urdida por el doctor Sánchez para enardecer a sus hordas de zombis y encender la mecha del cainismo. Y todo porque la «galaxia de la ultraderecha» se ha atrevido a destapar las actividades ‘non sanctas’ (pero sin atreverse todavía a mencionar sus marroquinerías) de la catedrática Begoñísima, que no conforme con dirigir un máster universitario sin poseer título académico alguno ha probado una actividad frenética en el ámbito mercantil. ¿Es aceptable que Begoñísima dirija una cátedra sobre «captación de fondos» estatales y europeos? ¿Es aceptable que sus patrocinadores resulten agraciados en adjudicaciones de contratos del Estado, después de que Begoñísima avale su candidatura? ¿Es aceptable que Begoñísima se reúna con dueños de empresas que, al poco, son salvadas de la quiebra por el Gobierno con ayudas de miles de millones procedentes del erario público?
Para las leyes vigentes, desde luego, tales actividades son plenamente aceptables. No existe ningún precepto que impida al cónyuge de un presidente del Gobierno asesorar e instruir a las empresas en la captación de fondos públicos, ni avalarlas para la obtención de ayudas, subvenciones y contratos con el Estado, con tal de que no mantenga con ellas «una relación laboral o profesional que implique el ejercicio de funciones de dirección, asesoramiento o administración». Nuestro esplendoroso ‘Estado de Derecho’, que se encarga de regular cuándo podemos fumar un pitillo o soltar un piropo y fiscaliza hasta el último céntimo de euro que ganamos con el sudor de nuestra frente, no regula actividades tan flagrantemente inescrupulosas. Pero el Régimen del 78 ha conseguido que, en lugar de preguntarnos cómo es posible tal aberración o laguna jurídica, rabiemos ante los manejos de Begoñísima o ante los periodistas que osan desvelarlos, según el negociado ideológico al que estamos adscritos.
Las hordas de zombis que lloriquean estos días con las sensiblerías cainitas de su caudillito (como los constitucionalistas chorlitos que quieren protegerse del caudillito esgrimiendo el bodriete de sus amores) ignoran que el designio del Régimen del 78 no es otro sino garantizar que los capitostes de oligarquías partitocráticas puedan saquear tan ricamente la riqueza nacional. Begoñísima puede realizar esas actividades inescrupulosas porque un régimen político constitutivamente corrupto las permite y ampara, las fomenta y facilita; o, dicho con mayor exactitud, porque dicho régimen fue creado para que tales actividades pudieran realizarse impunemente. Y para que el repudio que tales actividades genera quedase acallado se fomentó la demogresca, que nos fanatiza e impide ver más allá del velo del enconamiento ideológico. ¡Oh Mujamé, tú que todo lo pispas, montado sobre el alado corcel Pegaso, abrévianos este alipori contándonos las marroquinerías por las que tienes a nuestro caudillito comiendo de tu mano, genuflexo!
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