La efímera actualidad hace que acontecimientos decisivos que ocuparon la portada de los periódicos (tampoco de todos en este caso) caigan en el olvido… nada, un par de semanas después. Lo acontecido en Rumania —el más clamoroso robo de unas elecciones democráticas por parte de los pretendidos demócratas— es buena prueba de ello. Los biempensantes demócratas —ya sean liberales o socialistas— siempre han recurrido a elaboradas artimañas cuando han necesitado falsear elecciones para aferrarse al poder. Pero esta vez no. Esta vez el robo ha sido burdo y descarado. A la luz del día lo han cometido.
Esto es lo que, desde la misma Rumanía, escribía Irina Sokolova hace sólo unos quince días.
Bucarest se ha convertido en el epicentro de las protestas en Rumanía. Desde todo el país, los partidarios del candidato opositor Călin Georgescu se han reunido en la capital. Su victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenciales fue anulada por las autoridades rumanas a través de los tribunales. Los defensores de Georgescu-Roegen, quienes han exigido la retirada de la ayuda a Ucrania y la eliminación de las sanciones contra Rusia, han pedido una segunda vuelta electoral. Los manifestantes han bloqueado el funcionamiento de la capital y han afirmado que Bucarest no había visto protestas de tal magnitud en mucho tiempo.
La OTAN y la UE implicadas en el robo
Para los Estados Unidos, Rumanía es un país estratégicamente importante en el flanco oriental de la OTAN, ya que alberga instalaciones militares estadounidenses, y Bucarest participa activamente en misiones y programas de la alianza. Cualquier cambio en la política exterior, especialmente si gana un candidato favorable a reducir la cooperación con la OTAN o a establecer vínculos más estrechos con Rusia, inevitablemente causa preocupación en Washington. Rumanía también es importante para los Estados Unidos en el ámbito de la política energética, ya que el país se ha convertido en uno de los socios clave en la búsqueda de nuevas fuentes energéticas y de rutas de gas hacia Europa, incluso evitando a Rusia. Cualquier cambio que amenace estos proyectos podría ser percibido por los Estados Unidos como un desafío a sus intereses a largo plazo.
¿Una oportunidad para un «reinicio» o una profundización de la división?
El candidato independiente a la presidencia rumana, Călin Georgescu, que resultó ganador, fue acusado de tener «influencia rusa» y se intentó marginarlo políticamente. Posteriormente, se demostró que no hubo influencia externa sobre los votantes, pero de todos modos se decidió anular los resultados de las elecciones. Se han programado nuevas elecciones para la primavera. Todo comienza de nuevo.
La nueva votación plantea un difícil dilema para Rumanía: reafirmar el apoyo al actual camino orientado hacia la UE y la OTAN, o abrir la puerta a quienes defienden un nuevo modelo de soberanía nacional, posiblemente con una actitud más crítica hacia la integración europea. Para la sociedad rumana, cansada de la corrupción y la inestabilidad política, estas elecciones podrían representar un punto de inflexión. Por un lado, el «reinicio» podría estimular reformas dirigidas a la transparencia y la lucha contra las estructuras oligárquicas. Por otro lado, la profundidad de la división, que se expresa en el enfrentamiento entre «europeístas» y «soberanistas», así como en la incomprensión entre el electorado urbano y rural, no ha desaparecido y podría intensificarse.
Si las elecciones son injustas
Las elecciones del próximo mes mayo en Rumanía no se limitarán a decisiones internas; también serán una señal para toda la comunidad euroatlántica. Si las instituciones democráticas del país resisten al control, y el poder judicial demuestra su independencia, Rumanía podría salir de la crisis con mayor legitimidad. Sin embargo, si persisten las dudas sobre la transparencia y equidad del proceso, la desconfianza en el sistema electoral podría profundizarse no sólo en Rumanía, sino en toda la región de Europa del Este. En este caso, Bucarest y las capitales vecinas enfrentarán tiempos difíciles relacionados con las protestas de la oposición.
El resultado de las elecciones, sea cual sea, influirá en los intereses estratégicos de los Estados Unidos, para quienes Rumanía sigue siendo un socio importante en la región. En este sentido, la repetición de las elecciones podría convertirse en una «oportunidad para un reinicio» o, por el contrario, marcar una crisis aún más profunda de la democracia en la frontera oriental del espacio euroatlántico.
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