22 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

[TIEMPOS MODERNOS] Las manos limpias de la libertad

¿Por qué la decadencia? ¿Alguno cuestiona que vivimos en una cultura egoísta? A la generación anterior, a grandes rasgos, le importó un bledo sus hijos: los han tenido como quien tiene un capricho, como una mascota, hasta el punto de que la generación siguiente ni los tendrá. Es la conclusión lógica de su paradigma cultural: los hijos se interponen en tu felicidad. Por eso los europeos han decidido el suicidio civilizacional. Total, ellos no tienen ninguna responsabilidad de hacer nada con lo que les fue dado, de honrar a los ancestros ni nada. Los que tienen el poder hoy son el foco de todo, y todo lo demás se desvanece.

Existía un concepto de obligación recíproca que se ha desvanecido en Occidente bajo la idea liberal del consentimiento como máxima autoridad. Esto fue así porque la idea de justicia, la idea de que hay vínculos sanos que se ven de cierta forma (y que poseen cierta objetividad) fue reemplazada por la teoría de la realidad como contrato social. Lo vemos en las relaciones amorosas, pero también en todas las relaciones.

Es la idea de que los fuertes y los débiles negocian en situación de igualdad, y que por ende, los débiles pueden venderse a la esclavitud si así lo desean. Si dudan de que la esclavitud esté presente, miren las condiciones laborales de los españoles. No hay nada inmoral entonces en que el fuerte tome esclavos. Por eso no habría nada inmoral si un adulto se acuesta con un niño si éste “consiente”.

“La gente hoy no quiere trabajar”. Pero la remuneración que ofrece “el mercado” (esa fuerza mágicamente impersonal) muchas veces a duras penas cubre las calorías que requiere ir a trabajar. El dinero que se ofrece por las “becas” no alcanza para un alquiler, mucho menos alquiler y viáticos. Hoy se ofrecen becas que requieren años de experiencia laboral. Parece un chiste cruel. Dos años de experiencia laboral después de cuatro años de universidad, ¿para un trabajo que se supone inicial y que ni siquiera paga suficiente? ¿Quién se supone que mantiene al retoño todos esos años?

Se podría argumentar que es una barrera de clase: el liberal prometió que si ibas a la universidad y trabajabas tendrías la posibilidad de “ascender socialmente”, porque todos somos tan buenos y liberales, y el sistema recompensa el esfuerzo. Resulta que una persona que después de años de pagar y no poder trabajar para estudiar, tiene que hacer cola por años para profesionalizarse (o fallar y ser descastado), a menos que tenga contactos. Bravo, somos todos iguales, aunque algunos más que otros. ¿Quién tiene la espalda financiera para resistir tantos años de igualdad?

Muchos de los que terminan la universidad ni siquiera logran utilizar su título, porque éste no es útil o hay demasiada oferta para poca demanda. Pero esto no impide que las universidades ofrezcan titulaciones costosísimas de todas maneras. Todo esto sin mencionar a los que no logran terminar el curso… Debe ser que son vagos, ¿no?

¿Puede ser que haya un serio problema en los incentivos del sistema? A las universidades no les importa el futuro de sus alumnos, les importa sacarles su dinero, por lo que ofrecen cursos que no sirven para nada, sin importar cuánto puedan costar, o cuánto puedan durar, sin el más mínimo remordimiento. ¿Cómo podemos enojarnos con las universidades si el alumno consintió? La universidad simplemente ofrecía un buen producto.

Si un vendedor te vende pescado podrido, ¿no hay ninguna responsabilidad? ¿El pescado era meramente “un activo financiero”? A la larga, semejante irresponsabilidad les costará la reputación a las universidades, como se la está costando a Occidente mismo, pero Occidente no planea a largo plazo y quizás no quede nada. De hecho, ese es el plan. Es la misma razón por la cual no tiene hijos ni venera ancestros. Pan para hoy, hambre para mañana. De todas formas, se nos dice, todos vamos a estar muertos y la vida hay que disfrutarla porque es la única que tenemos.

¿Dejar herencia? No, hay que administrarse cuidadosamente para vivir cómodamente, no sea cuestión de que uno viva más de la cuenta. Ésa es la única razón por la cual no gastar. Pero no sean miserables, trabajen duro en ese cálculo para vivir lo mejor posible. Si pueden y fueron prudentes, compren propiedades y vivan de rentas. Y el sistema de pensiones que sea un problema para las siguientes generaciones. Ustedes asegúrense de quitarle más al sistema de lo que han aportado, no sean tontos.

La gente dice esas cosas y luego se queja del egoísmo ajeno. El liberalismo es excelente para los padres porque les permite vender ilusiones biensonantes en lugar de tener que aconsejar a sus hijos, cosa que los haría parcialmente responsables por sus hijos. No podrían abrirse de brazos y decir “yo te permití elegir”, en lugar de disciplinarlos. Te di todas las opciones (menos un buen ejemplo).

También es más fácil utilizar lo heredado de las generaciones anteriores para conseguir que las generaciones siguientes tengan que rendir tributo toda sus vidas (¡ingratos!). Y como los impuestos siempre golpean más a los más débiles que a los fuertes, luego decimos que el mundo es injusto, pero sólo para lavarnos las manos y justificar nuestra propia injusticia. Las empresas grandes sobreviven, las pequeñas desaparecen.

Ni hablar de la publicidad, los medios o el mundo profesional. La sociedad se volvió un fraude, y nos preguntamos por qué nadie quiere defender la idea de nación. El individualismo no admite al nacionalismo, ni admite la realidad, ni la obligación recíproca, ni la conciencia.

Si un empleado tiene que tomar un trabajo mal pagado, no creemos que el empleador tenga ninguna responsabilidad por haber ofrecido miseria, sino que es un benefactor social que magnánimamente toma a alguien que de otra manera no tendría trabajo. Caridad pura.

Lo mismo vale para los políticos…: tú o tus compatriotas los han votado. Ellos no te han traicionado y defraudado, y si en tu opinión lo hubieran hecho (y es sólo tu opinión), ¿cómo puedes quejarte? ¡Vota a otro! Eres libre. Ellos ven la realidad a su manera, tú a la tuya. Y quieren que los vuelvas a votar. Vamos, no te hagas la difícil, que sé que quieres.

Bajo la ilusión de que el consenso puede determinar la realidad, y de que un mal vínculo puede simplemente bautizarse a sí mismo bueno y definir la bondad, hemos destruido toda posibilidad de bondad. En lugar de sostener la verdad de que existen vínculos sanos, de que hay algo así como justicia y armonía, de que existe el bien, la belleza y la verdad, respondemos como Poncio Pilatos: “¿qué es la verdad?”

 

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