10 de septiembre de 2025

Director: Javier Ruiz Portella

La inmigración o la disolución de la identidad. La de ellos y la nuestra

El pensador ruso Aleksandr Dugin —al que se considera, con razón o sin ella, como «el filósofo» de Putin— es conocido por conjuntar lo profundo de sus análisis con lo extenso de su exposición. No es éste, sin embargo, el caso de este artículo que, yendo al fondo del asunto y expresándolo con la mayor claridad y verdad, hace suya la máxima aquella de Gracián de que «lo bueno, si breve, dos veces bueno».

 

Hablemos sobre los inmigrantes. La idea de atraer inmigrantes no tiene una base económica, sino que es pura ideología: ideología globalista. Según esta ideología, sólo hay una definición para el ser humano: el individuo. Ese es el objetivo y la norma del liberalismo. Prestemos atención: ¿Qué es un individuo? Es una realidad particular desprovista de cualquier vínculo con la especie: con la cultura, el idioma, la religión, el Estado, la etnia. Es más, el individuo no puede tener un sexo definido. De ahí la política de género y los matrimonios homosexuales.[1] Pero eso no es todo. El individuo es capaz de elegir a qué especie pertenecer: a la humana o no, o quizás a otra cosa… Eso es el poshumanismo, defendido por el israelí Harari, el estadounidense Kurzweil o el francés Bernard-Henri Lévy.

Traer inmigrantes al país es una forma de disolver la identidad colectiva, no sólo de la población local, sino también la de los inmigrantes. Es una estrategia para destruir cualquier identidad colectiva.

Cualquiera que defienda la inmigración lo hace por motivos ideológicos, no económicos. Sólo se escuda en la economía o el antifascismo. Estamos ante liberales y globalistas.

 

El discurso sobre la inmigración debe trasladarse al ámbito ideológico

¿Qué vemos en Inglaterra? Los liberales han traído al país a masas de inmigrantes, éstos han empezado a comportarse de forma incomprensible, los locales se han indignado y las autoridades han empezado a presionar a los locales, tachándolos de «nacionalistas» y encarcelándolos. ¿Por qué? Porque Starmer es liberal. Para él, la idea es más importante que la realidad.

Pero eso es sobre ellos. Ahora hablemos de nosotros. La migración en Rusia está supervisada por las fuerzas del orden. Y si alguno de ellos, y sabemos quién, se lanza sin pensar a defender la inmigración, no se trata de simple corrupción, sino de ideología.

Bastrykin[2]y el poder en general entienden que hay que dejar de lado este tema. Es una cuestión de principios. No podemos permitir que el enemigo nos involucre en sus planes.

En Rusia no debe haber ninguna inmigración ilegal. Cero. Cualquiera que venga aquí, que se quite el velo, deshaga las maletas, respete nuestros santuarios cristianos y, si es hombre, que vaya a luchar en el Operación Militar Especial. Los demás, fuera, ahora mismo.

  1. Prohibido afortunadamente en la Federación Rusa.
  2. Alexander Bastrykin (Александр Бастрыкин) es el jefe del Comité de Investigación de Rusia, un poderoso organismo estatal similar al FBI que depende directamente del presidente. (N. del Trad.)

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

© Gеополитика.ru

 


 

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