22 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

Galicia: el PP “remonta” gracias al PSOE

Nadie sabe para quién trabaja. La `fábrica de la Moncloa´ logró vender el relato de que era posible remontar las proyecciones que daban a un PP ganador en Galicia y ahora sufren las consecuencias. El BNG cumplió con su parte –y con creces–, pero el pinchazo del PSOE no permite montar un relato de éxito. Los de Sánchez lograron construir la narrativa de que la fortuna del BNG también sería la suya (política de bloques) y ayudaron a que el BNG cambiara la percepción de que era posible un cambio en estas elecciones gallegas, pero la realidad les ha estropeado el relato; ha sido demasiada realidad.

La victoria del PP en Galicia, que antes de las elecciones era un mero trámite, gracias al trabajo del PSOE, se ha convertido en el triunfo de un `plebiscito´ contra Sánchez. Y, a pesar de que la derecha ha planteado una mala campaña, logra mantener lo que ya tenían. BNG ha sido para el PP, lo que Vox para el PSOE: ese monstruo que ha movilizado el `sentidiño´ del votante gallego que ha sentido esa incertidumbre de que las cosas podían cambiar de verdad.

Desde Madrid DF –concepto que ha acuñado bien Juliana para explicar el madrileño centrismo que sufre la dinámica política nacional– se piensa que el PP ha ganado a pesar de haber tenido una mala última semana de campaña por la filtración de mensajes que abrirían la mano a Junts y a una posible amnistía. Pero las cosas no han sido así. El PP no ha ido creciendo en intención de voto y luego se ha desplomado. No. El error puede haber sido de origen, el de aceptar el reto del PSOE y jugar al plebiscito, consciente Feijoo de que en las autonómicas los gallegos no votan en clave “derechas o izquierdas”. Los marcos de ´España o ETA´ (PP), o `El PP es nacionalista, vota al PP auténtico´ (Vox) no parecen ser los mejores a la hora de pedir el voto a unos gallegos que no iban a las urnas para “que se vaya Sánchez” y menos aún se movilizan por un `miedo al nacionalismo´ o a la inmersión lingüística –bazas con las que Feijoo ha ganado las cuatro últimas elecciones con mayorías absolutas–. Se dice que Rueda, ganador de estas elecciones y antiguo diseñador de las campañas de Feijoo, no estuvo de acuerdo con hacer esta maniobra en clave nacional. Y tenía razón; utilizar el voto de los gallegos para construir una narrativa `España odia a Sánchez´ puede no haber sido prudente, aunque finalmente hayan ganado.

 

 

Por el contrario, hay un acuerdo generalizado de que la campaña del BNG ha sido la mejor. Han estado al pie del cañón todos estos años y están lejos de ser percibidos como políticos que han ido a Galicia a hacer “turismo electoral” (Pontón). Han logrado grandes avances en su camino hacia el centro, recibiendo hasta la bendición de la Patronal gallega. `Vota Galicia y alejemos la crispación de la política madrileña´ resume ese mensaje de presentarse como una fuerza moderada que sí ha sabido centrarse en lo gallego. Han avanzado mucho en ese camino de rellenar el hueco que el PP gallego ha abandonado en estas elecciones: el nacionalista, el de la moderación, el de buscar ser percibido como centro. Su posicionamiento transversal y su focalización local les ha permitido conquistar votos de todos los colores, algo que no se entiende desde Madrid. Aumentan en 155.000 votos respecto a las últimas autonómicas, y esta cantidad es mucho mayor que todos los votos que han perdido las fuerzas de izquierdas. Una mayor movilización del electorado gallego es quizá la variable que les ha frenado. De ser así, lo que ha detenido al BNG son los gallegos, no los políticos del bloque de derechas.

Los únicos que no han querido jugar ese juego de política de bloques son los que finalmente se han convertido en la revelación de estas elecciones. Democracia Ourensana, una pequeña agrupación que se ha tomado muy en serio el circo político, se ha presentado como el más circense de todos. Con pocos recursos y con mucho desparpajo, ha sabido atraer el voto con el mensaje “Ourensano, por fin te tomarán en cuenta”. Han sido los que más han respetado a sus electores hablando de sus intereses reales y no de partido, y no han centrado su campaña en lo negativo de los demás sino en lo que tienen de positivo para sus intereses. “Enséñame la pasta”, advirtió Pérez Jácome a quién quisiera usar su escaño para gobernar la Xunta. “Pactaré con el mismo demonio si así consigo el cielo para Ourense”, llegó a señalar. Han sabido leer la calle y han resultado ser los más serios en esto de `salvar a España para que no se rompa´ trabajando en una propuesta propia sin buscar el daño de sus posibles socios.

Vox, como ha declarado Abascal, obtiene unos buenos resultados para ellos y malos para España. Logran un puñado de votos donde no esperaban nada, en una plaza abandonada, donde incluso las bases abucheaban a su candidato en el momento de su presentación. En ese contexto de desilusión o “estar a la baja” como muchos les perciben, obtienen lo necesario para vender el relato de que han aumentado en número de votos si se comparan con los resultados de hace cuatro años (autonómicas), aunque también es verdad que han perdido la mitad de sus votantes en Galicia, si se comparan con el 23J (generales). Sea como fuere, han sacado adelante una campaña útil para atrincherar a los suyos y tan agresiva con el PP como no se les había visto antes. Tanto, que resulta difícil entender si su estrategia es de socio (de sostén para que gobierne el PP, “nuestro modelo es el de Castilla y León”) o si van a elegir ser alternativa real al PSOE y al PP, que según ellos mismos, son iguales.

La sensación que deja el enfrentamiento de PP y Vox aviva el pesimismo de una gran parte de los españoles; que por un lado, ven cómo sus partidos se enzarzan entre ellos mientras la izquierda y los nacionalismos avanzan; y por otro lado, ven como no tienen a nadie que quiera dar la batalla de verdad contra el sistema que permite que nada cambie o que cambie todo para seguir igual.

Por un especial diseño de las elecciones gallegas, en esta ocasión izquierdas y nacionalistas no han ganado. Tanto PP como Vox han de replantearse si son más importantes sus objetivos partidistas o “anteponer España”. O quizás debemos empezar a convencernos de que España está sola frente al 78, donde algunos hoy celebran lo que mañana les va a decepcionar.

 

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