6 de agosto de 2025

Director: Javier Ruiz Portella

El peluche europeo

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Creerse a salvo gracias a una Unión Europea «tranquilizadora» es exponerse a ser devorado vivo.

 

El mundo de los imperios, los enfrentamientos, las guerras (comerciales o militares), los peligros, las invasiones (al menos migratorias) está despertando ante nuestros ojos.

 

El mundo tal como es

Es un mundo peligroso, incierto, cambiante, complejo y aterrador. También es un mundo en el que los activos que posees y que eres capaz de poner en práctica pueden, como se suele decir, «reportar grandes beneficios». Basta con considerar el destino de Arabia Saudí, antigua patria de camelleros famélicos y hoy país importante en la escena mundial gracias a la conjunción de una inmensa reserva de petróleo (recurso) y una alianza inteligente y duradera con Estados Unidos (aprovechamiento).

Aunque lamentemos la orientación de este mundo, no podemos salir de él, no podemos hacer como si no existiera. Porque, de lo contrario, nos condenamos a convertirnos en presa, vasallo, subordinado.

Existen tres grandes imperios bien identificados: Estados Unidos, China y Rusia. Hay países y continentes que cobrarán importancia en los próximos años, como la India, por ejemplo, o África (al menos por su demografía y, por tanto, por su presión migratoria). Por último, hay países que, por diversas razones, tienen cierta capacidad para intervenir en la escena mundial: Arabia Saudí es un buen ejemplo de ello.

En este mundo hay que ser valiente, combativo, trabajador, innovador, disruptivo, etc.

 

La Unión Europea tal como es

Sin embargo, en medio de este mundo cambiante, se encuentra la Unión Europea y, detrás de ella, los diversos países que la componen. Una Unión Europea que, sobre el papel, por su población, su economía, su cultura y su historia, sus capacidades militares y su diplomacia, debería ser un gran imperio, quizás el más grande de todos. Pero una Unión Europea que, en realidad, por su demografía en declive, su economía estancada, su cultura y su historia relegadas a un segundo plano, sus capacidades militares cada vez más reducidas y su diplomacia fluctuante, se reduce casi a ser un enano en medio de gigantes.

Una crónica publicada en Le Nouvel Obs el 15 de abril de 2025 nos da quizás la clave de este fracaso. El periodista explica que la Unión Europea es algo bueno, porque es «tranquilizadora», «protectora», «el último refugio del Estado de derecho, del respeto a las normas internacionales, de la decencia». Sin embargo, según el mismo artículo, ahora vivimos en «un mundo conquistado por los depredadores», que está experimentando «el retorno a las relaciones de poder de la época imperial», el retorno a la «brutalidad».

¿Nos protegerá realmente el lado «tranquilizador» de los peligros del mundo que está surgiendo? Cabe preguntárselo. En un artículo de L’Express del 29 de enero de 2025, la periodista nos dice que los jefes de los grandes imperios (concretamente Trump, Putin y Xi Jinping) serían «carnívoros que utilizan sus grandes músculos y sus mandíbulas». Y que nosotros, los europeos, seríamos unos simpáticos «herbívoros». Confieso que imaginarme como un herbívoro, una especie de ñu o gacela, en medio de un ejército de leones, tigres o leopardos, no me reconforta en absoluto: preferiría que los dirigentes de la Unión Europea fueran también «carnívoros que utilizan sus grandes músculos y sus mandíbulas».

 

La historia de un misionero en la selva…

Al leer estos textos, que sintetizan bastante bien el estado de ánimo de nuestro continente y la orientación de las instituciones de la Unión Europea, nos viene a la memoria un buen chiste de nuestra juventud sobre el deseo de tranquilizarse a toda costa.

Es la historia de un misionero en la selva que se encuentra cara a cara con un león hambriento y decidido a devorarlo vivo. El misionero ve claramente que no podrá escapar de la muerte, ya que no tiene ningún arma, y comprende que lo único que le queda es rezar. Pero, de repente, tiene una iluminación, y esta es la oración que se le ocurre dirigir al cielo: «Señor, inspira a este león sentimientos cristianos». » Y he aquí que, gracias a esta oración, el león deja efectivamente de avanzar de forma aterradora, se pone sobre sus dos patas traseras, hace la señal de la cruz con la pata delantera y pronuncia piadosamente el Benedicité: «Bendice, Señor, este alimento que vamos a tomar».

En un mundo peligroso, incierto, cambiante, complejo y aterrador, creer que estamos a salvo gracias a una Unión Europea «tranquilizadora» y «herbívora» es casi tan eficaz como confiar en los sentimientos cristianos de un león. Es exponerse sin duda a ser devorado por uno u otro de los grandes depredadores del mundo, o incluso por varios a la vez, como nos recuerda la historia, con el desmembramiento del Imperio otomano por las potencias europeas en el siglo XIX y después de 1918, o la partición de Polonia en 1939 tras el pacto germano-soviético.

© Boulevard Voltaire

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