22 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

El alucinante plan de Elon Musk. Un millón de personas vivirán en Marte en 20 años

Sí, de acuerdo, muy bien, lo sabemos de sobra. Todo eso es alucinante, alocado, desenfrenado. Es la hybris de Prometeo —ese impulso paradigmático de nuestra civilización: robar el fuego a los dioses— llevado hasta sus más extremas consecuencias. Para lo mejor y lo peor.

Es esa furia, esa indomable ansia por descubrir, conquistar, alcanzar, colonizar…, que nos puede llevar Dios sabe adónde. A nada tal vez. O  a lo peor. O quizás, sin embargo, vaya usted a saber…

A un cierto loco denominado Cristóbal Colón, cuando se aprestaba a emprender lo que —para la época y para los medios de la época— era una aventura casi igual de extravagante, debían de decirle cosas parecidas.

J. R. P.

 

 

Elon Musk lleva fascinado con Marte desde que leyó la novela de ciencia ficción de Isaac Asimov Fundación a los 10 años. En el libro, el protagonista construye una colonia en una galaxia lejana para salvar a la humanidad. Esa obsesión le ha acompañado desde niño y ahora ha intensificado las labores de SpaceX, su compañía de cohetes, en su objetivo casi vital de llegar a Marte, donde espera que un millón de personas vivan en tan solo 20 años. Para su misión de colonizar el planeta rojo, varios empleados suyos relatan que el multimillonario incluso se ha ofrecido a donar su esperma para convertirse de alguna manera en “el padre biológico” de la colonia.

Para el empresario, al que se le ha visto en varias ocasiones con camisetas que rezan proclamas como “Ocupa Marte”, el objetivo número uno del ser humano es convertirse en una especie multiplanetaria. Según aseguran fuentes internas de SpaceX en una polémica investigación de The New York Times, ha hecho que sus empleados trabajen sin descanso más de 100 horas a la semana en edificios sin ventanas para diseñar cada uno de los elementos de un plan destinado a crear un prototipo de ciudad marciana. Un equipo elabora el diseño de hábitats en forma de cúpula. Otro trabaja en trajes espaciales para soportar el entorno hostil. Y un departamento médico investiga cómo los humanos podrían reproducirse allí.

“Es urgente. Tenemos que hacerlo mientras la civilización sea fuerte”, declaró en el Congreso Astronáutico Internacional de 2016. Su ambición no tiene límites, pero la hazaña es surrealista, al menos a corto plazo. Nadie ha puesto nunca un pie en el planeta. Y si llegáramos, nos encontraríamos con un terreno inhóspito, con temperaturas gélidas y tormentas de polvo. En mayo de este año, la NASA dijo que no esperaban que los humanos aterrizaran en Marte hasta 2040. Ese mismo mes, Musk afirmaba que tomaría menos de 10 años enviar a gente allí y que habría una ciudad en 20. “Seguro que en 30 años la civilización estará asegurada.”

Musk, que tiene una fortuna de unos 270.000 millones de dólares, ha declarado que solo acumula activos para financiar su plan en Marte.[1] Para ello quiere utilizar las seis empresas que posee o dirige. El objetivo inmediato de SpaceX y su Starship es llevar a los astronautas de la NASA a la Luna, aunque más tarde sería el de “transportar 100 residentes” a Marte y actuar como una pequeña estación espacial. Según la NASA, un viaje a Marte, ubicado a 225 millones de kilómetros de la Tierra, llevaría nueve meses.

La hoja de ruta sería lanzar una especie de Arca de Noé, que trasportaría plantas y animales en algún momento y luego se construirían invernaderos para cultivar alimentos. SpaceX se ha asociado con Impossible Foods, una empresa que experimenta con “carne” a base de plantas. Por otro lado, The Boring Company, otra empresa de excavación e infraestructuras fundada por Musk, estudia cómo construir túneles bajo la superficie de Marte.

El empresario también ha dicho que en el futuro los residentes podrían conducir allí una versión de los Cybertrucks fabricados por Tesla, su empresa de vehículos eléctricos. ¿De dónde sacarían la energía? Su idea es abordar esa necesidad realizando una serie de explosiones termonucleares que calentarían el planeta creando soles artificiales y generarían energía con cientos de paneles solares de Tesla.

El “rey” pronatalista

Sin embargo, uno de los mayores desafíos para llevar a la humanidad al espacio es también el más básico: la reproducción. The New York Times entrevistó a más de 20 personas cercanas a Musk y SpaceX sobre los planes de esta “ciudad” marciana, revisando documentos internos y correos electrónicos, y algunos empleados bajo condición de anonimato hablaron de que el magnate incluso se había ofrecido repetidas veces para donar esperma de cara a hacer crecer una colonia. Él, sin embargo, lo niega en X: “Cuando la gente me lo ha pedido, he dicho que tenemos que centrarnos en llegar allí primero”.

Si realmente lo ha hecho o no, es todavía una incógnita, aunque no nos sorprendería demasiado. Musk lleva décadas argumentando que la mayor amenaza para la humanidad es la caída de las tasas de fertilidad mundiales. “Si no hay suficiente gente para la Tierra, definitivamente no la habrá para Marte”, decía. El año pasado, después de que China anunciara pésimas cifras de natalidad, tuiteó: “El colapso de la población debido a las bajas tasas de natalidad es un riesgo mucho mayor para la civilización que el calentamiento global […]. Recuerden estas palabras”. Él mismo ha tenido 12 hijos con tres mujeres diferentes.

Esta obsesión por la demografía es una constante entre millonarios en Silicon Valley. El director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, también ha invertido en varias startups de tecnología reproductiva, una de las cuales tiene como objetivo probar embriones de ingeniería genética. El cofundador de Skype y multimillonario Jaan Tallinn, que tiene cinco hijos, donó medio millón de dólares a una fundación de los pronatalistas Malcolm y Simone Collins.

Pero el “rey” pronatalista es Musk. En una entrevista con Raw Science en 2013 ya fantaseó con la idea de crear su propia especie, criada de forma única para prosperar en las duras condiciones de Marte. “Creo que es bastante probable que queramos crear nuevos organismos mediante bioingeniería que se adapten mejor a la vida allí. La humanidad ha hecho eso con el tiempo, mediante una especie de crianza selectiva”.

Los desafíos de la reproducción en el espacio

La reproducción humana en el espacio es uno de los puntos que representa más retos. Nuestra fisiología se enfrenta a adversas condiciones allá arriba, como la baja gravedad y los altos niveles de radiación, que podrían ser perjudiciales para el desarrollo de un embrión o feto. Tal y como comentaba el doctor Kris Lehnhardt, quien dirige una investigación de la NASA, “ni siquiera sabemos si es posible que alguna mujer quede embarazada en el espacio”. Algunos experimentos con ratones han resultado fallidos por el estrés que experimentan los animales.

Aunque se sabe que la fertilización no es imposible, la evidencia sugiere que la falta de gravedad podría afectar además a la capacidad del cigoto para implantarse en el útero. Una solución podría consistir en equipar las naves con simuladores artificiales de gravedad, ya que el feto también la utiliza para desarrollar y fortalecer ciertos músculos y huesos. De momento, dadas las complicaciones que pueden surgir en una nave espacial, sería casi más fácil enviar óvulos y esperma congelados a otro planeta que intentar copular a bordo con ese fin. Sea como sea, Elon Musk está dispuesto a hacer lo que haga falta para conseguirlo, aunque tenga que ofrecerse él mismo.

[1] Además de para contribuir a la campaña electoral de Donald Trump y haber adquirido Twitter, hoy X, desde nos proporciona una importante parcela de la libertad de expresión conculcada por el Sistema. (Nota de la Redacción.)

© El Confidencial

 

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