Ambos asesinatos (el primero de los cuales es conocido gracias a las redes sociales) han estremecido a Estados Unidos y al mundo. En ambos, se han gestado sendas imágenes icónicas del combate de los hombres libres (el segundo, puede incluso convertirse en legendario).
En la imagen de la izquierda, Iryna Zarutska, una joven refugiada ucraniana, acaba de ser apuñalada a sangre fría y «porque sí» —seguramente por ser guapa, joven y… blanca— por Decarlos Brown Jr., un vagabundo de color, que ya ha sido condenado… ¡14 veces, 14! por los tribunales. En lugar de encontrarse bajo rejas, la criminal blandenguería de los jueces lo acabó arrojando al mismo tren en el que viajaba Iryna en Charlotte, Carolina del Norte.
El asessinato, producido bajo la indiferencia de los demás viajeros, quedó grabado por las cámaras de seguridad del tren.
El segundo crimen es el que este mismo miércoles, 10 de agosto, ha segado la vida de Charlie Kirk, joven y popularísimo activista de la Alt Right, del MAGA (Make America Grate Again) y del Partido Republicano, amigo personal de Trump y detractor de la política estadounidense contra Rusia. Estaba Charlie Kirk pronunciando un discurso ante una multitud en la Universidad de Utah Valley, y esta vez no ha habido suerte; los hados que, en el caso deTrump habían conseguido desviar la bala, esta vez no lo han logrado, de modo que a la cuarta ha sido la vencida (recordemos que con Trump fueron tres los intentos de asesinato).
Y la violencia que vendrá
Siguiendo las reacciones en X y demás redes sociales norteamericanos, uno se da cuenta de hasta qué punto están encondenados los ánimos, hasta qué punto es inmensa la fractura social entre las dos Américas. Y cuando ello es así, y cuando de lo que se trata no es sólo de un simple cambio de gobierno, sino de todo un cambio de mundo, el alumbramiento de éste suele casi siempre efectuarse a través del furor y la sangre.
Para muestra, un botón. Dos, mejor dicho.
Estaba aún caliente el cadáver del líder derechista cuando el presidente (no dé si del Senado o de la Cámara de Representantes) ha interrumpido la sesión para rezar una oración por Charlie Kirk; oración que ha chocado con un enfurecido «¡Noooooo!» lanzado a voz en cuello por los parlamentarios demócratas.
Para calibrar, por otra parte, la enfurecida indignación que bulle entre las filas patriotas, veamos estas líneas publicadas en X:
La muerte es el precio que hay que pagar por defender nuestra América. La sangre de Charlie Kirk no será la última, porque hay millones de personas dispuestas a dar la vida por América. Yo soy uno de ellos. América es la tierra de la libertad para personas como Charlie Kirk. […] Muchos Charlie Kirks vendrán a defender América . Descansa en paz, tu sangre permanecerá en América para siempre y los demócratas no podrán arrebatártela.
O estas palabras, también en X, de Miguel Ángel Quintana Paz:
Impresionante. No hace ni medio año que el propio Charlie Kirk advertía de lo que las encuestas claramente ya mostraban: en la izquierda la cultura del asesinato se estaba expandiendo veloz. Un 48 % veía algo justificado el asesinar a Musk; un 55 % pensaba lo mismo sobre Trump.
Así fue el vil asesinato