Dicen que todos los corruptos son iguales. Incluso hay alguna periodista del pesebre que afirma, muy repolluda ella, que en estas situaciones no se puede comparar la corrupción del PP con la del PSOE. Claro que no. El PP siempre se ha caracterizado por hacer negocios turbios entre ricachones, dedicado al tráfico de influencias y las mordidas a grandes capitales. El PSOE, como es socialista, deja otra marca en sus fechorías: robar a los pobres y apropiarse caudales que, teóricamente, servirían para socorrer a los más necesitados. Ahí están los EREs andaluces, con el dinero de los parados; ahí quedan esos millones amasados durante la pandemia, mientras los españoles estaban encerrados en sus casas o muriendo en hospitales de campaña. Es el signo del PSOE: esquilmar a los de abajo. Escupir hacia abajo. Ya se dijo: por algo son socialistas.