21 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

¿Por qué me he largado de Facebook?

Las razones por las que nuestro colaborador José Vicente Pascual ha abandonado las redes de Facebook son exactamente las mismas que han conducido a EL MANIFIESTO a desactivar su cuenta en casa de Mister Zuckerberg para centrar toda su actividad en X, donde nos encontrarán y podrán disfrutar de nuestras informaciones más inmediatas en @elmanifiestocom

La semana pasada puse fin a quince años —se dice pronto— de presencia en esa red social. Desde hace tiempo la llaman “la red de los viejos”, pero yo creo que lo ha sido desde sus casi inmediatos inicios. De plataforma para ligar entre estudiantes de la uni americana donde nació se convirtió enseguida en escaparate del pequeño narcisista familiar que todos llevamos dentro. Fue la época, digamos, doméstica de Facebook. Un amigo, en aquellos tiempos, comentaba que si internet oliera, facebook olería a mierda de perro y a pis de gato; en efecto: los muros de los usuarios estaban llenos de fotos de mascotas, de excursiones por el campo y vídeos de monos haciendo monerías. Después llegaron los nietos, las primeras comuniones, las vacaciones en la playa de la familia al completo, los viajes low cost a Praga y Nueva York y las frases repolludas de filósofos incultos como Coelho y poetas de mercadillo como Benedetti. Ahora están de moda las tiras cómicas apócrifas de Quino y Forges. Un sinvivir de ñoñería y un espejo bastante exacto de cómo funciona el santiscario de la pequeña burguesía española, también europea. Y mundial. Vidas arregladitas, sin sobresalto ni pasión, conformes en la cultura de bajo nivel y resignados al consumo a plazos de bienes baratos antes de morir sin dolores gracias a la sanidad pública.

En medio del desierto, un oasis voluntarista: bastantes usuarios intentamos ofrecer en nuestros perfiles un poco más de horizonte: producción literaria, análisis más o menos crítico de lo inmediato cotidiano y —horror—, una posición abiertamente contestataria hacia las formas de manipulación del sistema, el globalismo y las élites megamillonarias que controlan el rebaño. O sea: el disparate de despotricar contra la ideología de las cajas de ahorros y las redes sociales en una red social. Una quimera. Pero claro, ir a casa de Zuckerberg a malmeter contra él y contra todos los que son como él y maniobran como él… Eso no puede salir bien.

No niego que algunos de esos “rebeldes” en Facebook han tenido cierto éxito en su afán, pero todos ellos, sin excepción, han tenido que recurrir a uno de estos métodos: pagar a la empresa para que sus publicaciones no fuesen relegadas por el indecente sistema del ghost baning o mantener un tono bajísimo en cuanto pudiera interpretarse como crítica al mismo sistema. Por mi parte, como no estaba ni estoy dispuesto a soltar medio céntimo a las élites ni, desde luego, sirvo para callarme —nunca he servido, nací desprovisto de ese talento—, caí muy pronto como incauta víctima de esa práctica del baneo en la sombra, la cual consiste, básicamente, en que publiques lo que publiques en la red, no se entera ni el que te vigila; o sea: sermón perdido. Así durante años.

Más por conformismo que por cabezonería he aguantado durante aproximadamente una década ese ninguneo soterrado pero muy eficiente. Aparte de lo cual, he tenido que soportar una vigilancia extrema de mis publicaciones por parte de la IA que los gestores de la red me tenían asignada para que, aun sin apenas lectores de mis publicaciones, no se me ocurriera descarriarme.

La última fue prodigiosa

Publiqué un post en el que señalaba algo en verdad revelador sobre el tono de los tiempos que vivimos y la política sanitaria contemporánea en occidente; se me ocurrió revelar algo, por otra parte, de sobra sabido: que un envase de veinte supositorios de glicerina cuesta en la farmacia siete euros, mientras que una caja de treinta comprimidos de alprazolám sale por un euro con sesenta céntimos. Nos quieren tranquilitos pero no les importa que estemos estreñidos, cosa natural porque el ideal del buen ciudadano contemporáneo es el manso cagapoquito, un tipo que se queja de lo lejos que queda la guardería de sus hijos y lo caro que está el aceite de oliva, pero a la hora de la verdad, cuando acude a votar, siente vértigo ante la posibilidad de que algo cambie en su vida de cagapoquito y vota al PSOE, y si el día le pilla muy revirado, al PP, ahí, dándolo todo en plan contestatario.

Pues sepan sus mercedes que la IA guardiana de la moral pública en facebook eliminó mi publicación y me sancionó con una semana sin poder publicar ni comentar; y por supuesto: otras siete cruces sobre mi perfil, como una advertencia: «La gente se va a enterar de que existes cuando los semáforos se pongan en azul»

Ha sido la última. Que me ignoren es fastidioso pero no me agrede. Que un empleado de Zuckerberg, ante mi apelación por el desaguisado, me insista en que “vender drogas y medicamentos en tu perfil es ilegal y contraviene las normas de uso”, como si el tipo fuese un tarado que no sabe leer —en realidad no sabe— o yo fuera un narco disfrazado de jubilado ocioso en la red, en fin, todo eso ya es más vejatorio. Como dijo Albert Einstein cuando Kurt Gödel intentó convencerle sobre la incompletitud de su teoría de la relatividad: ¡a tomar por culo!

Y por eso he borrado mi perfil y todos sus contenidos. Una experiencia de quince años fue a la nada con un simple clic.

 

 

También es verdad que Dios cierra una puerta pero abre una ventana. Aprovechando que el progrerío patrio, y en general el del planeta woke, está abandonando masivamente la red de Elon Musk, antes conocida como Twitter y ahora llamada X, he abierto un perfil en esa red, que no es la red de los viejos sino algo mucho más campanudo: la red de “la extrema derecha”. Tan a gusto. Y aprovechando asimismo que Posmodernia no es una red social ni hay en este digital una IA que detecte, controle y elimine contenidos que favorezcan a la competencia, tal como sucede en facebook —prueben a poner un enlace a YouTube o Blogger y verán qué pasa—, aquí les dejo mi nueva dirección en X: @JviPascual.

Hasta siempre y allí nos vemos, y por aquí también.

 

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