22 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

La remigración es la única solución. ¿Qué tal si los enviamos a todos a Ruanda?

Nada más ser elegido a principios de julio, el laborista Keir Starmer canceló un proyecto concebido por el anterior Gobierno conservador: el de externalizar a Ruanda las solicitudes de asilo de los inmigrantes que hubieran entrado ilegalmente en el Reino Unido. Al hacerlo, puso fin a una saga política y jurídica que comenzó en 2022.

En aquel momento, Boris Johnson había anunciado un acuerdo en virtud del cual, a cambio de fondos para el desarrollo y financiación para acoger a migrantes, Ruanda tramitaría sus solicitudes y les concedería asilo. El plan fue declarado legal por el Tribunal Superior de Londres en diciembre de 2022, pero ilegal por el Tribunal Supremo del Reino Unido en noviembre de 2023. Un acuerdo informal similar entre Ruanda e Israel entre 2013 y 2018 fue citado como un mal precedente, ya que algunos refugiados africanos fueron devueltos a sus países de origen. En respuesta, el gobierno de Richi Sunak firmó un tratado con Kigali que imponía obligaciones y controles a los ruandeses. En abril de este año, aprobó una ley parlamentaria que declaraba a Ruanda país seguro. Sin embargo, se celebraron elecciones antes de que el nuevo proyecto pudiera ponerse en marcha y todo se fue al traste.

Ahora bien, ¿es éste el final? No lo parece, pues la idea está fructificando en otros países europeos (no, desde luego en un país llamado España). Así, Dinamarca firmó un acuerdo similar con Ruanda en 2022. Y aunque lo suspendió en 2023, en un simposio europeo celebrado en mayo de este año, su ministro de Inmigración e Integración declaró que tal cooperación con un tercer país era deseable a escala europea. En noviembre de 2023, el Gobierno austriaco anunció que también quería desarrollar un proyecto con Ruanda. Durante las elecciones europeas de junio, el grupo conservador PPE hizo campaña sobre la idea de aprovechar de forma similar a terceros países seguros. El gobierno alemán de Scholz lleva casi un año pensando en dicha explotación. A principios de septiembre, su representante especial para los Acuerdos sobre Migración, Joachim Stamp, propuso un nuevo acuerdo con Kigali, utilizando las instalaciones que los británicos habían construido —sin éxito— para acoger a los remigrantes.

 Ruanda no ha terminado de hacer soñar a los europeos.

 

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