Nos lo imaginábamos, pero no lo sabíamos con certeza. Ahora, después de la reunión en Alaska, ha quedado bien claro: eran simples balandronadas aquellas amenazas emitidas por Trump, según las cuales castigaría duramente a Putin si éste no proclamaba un inmediato alto el fuego.
Nada de nada, nos explica en amable conversación Eugenio de Dobrynine, este aristócrata ruso, hijo de rusos blancos emigrados y cuyos conocimientos sobre la situación geopolítica existente en la región nuestros lectores ya han podido valorar en diversos artículos publicados en estas páginas.
Entonces, Eugenio, si resulta que la guerra de Ucrania va todavía a continuar, ¿de qué estuvieron discutiendo ambos presidentes durante tres horas?
Aparte de abordar asuntos diferentes de la guerra de Ucrania (por ejemplo, la normalización de sus relaciones), Putin aprovechó la reunión para hacerle a Trump un resumen histórico sobre la identidad de Ucrania y las razones de Rusia para reintegrar las regiones rusohablantes del país, lo cual hace que Rusia se niegue a negociar otra cosa que lo que ya dejó establecido en junio de 2004.
La guerra, pues, seguirá su curso y sólo se podrá pensar en su fin cuando Trump, respondiendo a la invitación de Putin, efectúe su anunciado viaje a Moscú. Mientras tanto, Trump tiene ahora que negociar las condiciones fijadas por Rusia con Zelenski y los países de la UE.
Y si los ucranianos siguen cerrándose en banda y se niegan a reconocer su derrota y a aceptar tales condiciones, ¿qué pasa entonces?
Lo que pasaría entonces sería que EE. UU. se retiraría del conflicto, dejaría de estar directamente implicado en él, al tiempo que la OTAN iría disminuyendo progresivamente su participación en la contienda. Nada de ello impediría, sin embargo, que Estados Unidos… siguiera vendiendo armas a los Estados europeos, los cuales se las pasarían a los ucranianos.
Después de este «acuerdo sin acuerdo», ¿cómo queda la posición de ambos dirigentes frente a sus pueblos?
Queda reforzada, no cabe duda. Ninguno de los dos ha perdido la cara ante el otro y ambos han reforzado su imagen tanto en su propio país como en el otro. Todo ello habrá sido un paso previo para ir restableciendo poco a poco las relaciones entre ambos países (reapertura de consulados, de bancos, de transporte aéreo, etc.).
Quien, en cambio, sale dañado de este acuerdo sin acuerdo final es Zelenski, siendo perfectamente posible que se desate en Ucrania un violento conflicto interno que concluya en un cambio de gobierno.
¿Y qué pasará con los Estados europeos, cuyos gobiernos han quedado particularmente humillados al dejarlos fuera de la mesa de negociaciones?
No les quedará más remedio, pese a todo lo que puedan llegar a proclamar, que… buscar la forma de acercarse a Rusia y deshacer, en la medida de lo posible, los infinitos errores que han cometido. Ello también debería de tener una positiva implicación para los países europeos que, como Hungría o Eslovaquia, no se han arrodillado ante las exigencias de la OTAN y de la UE.