El pasado 29 de mayo, en Aquisgrán, ¡nada menos que en Aquisgrán, la capital del Imperio Carolingio!, FelipeVI no sólo concedió el Premio Carlomagno a la presidente de la Comisión Europea, la malhadada Ursula Von der Leyen, sino que pronunció además un discurso lleno de enjundia. Por una vez no fueron las palabras del “politiqués” huero y vacuo que el soberano suele prac ticar. No, esta vez la cosa tenía mucha enjundia. La de cuando un rey se hace haraquiri y socava la soberanía y la nación sin las cuales no es nada. Defendiendo a muerte el globalismo de la Agenda 2030, cuya insignia suele lucir en el ojal, su discurso fue una diatriba destinada a combatir a los patriotas que nos alzamos por toda Europa. Fue, más concretamente, un ataque en toda regla “contra quienes defienden los fundamentos de la soberanía nacional”. ¿”Soberanía”, dijisteis? ¿No os place la soberanía, Señor? ¿No atinasteis que es de ahí de donde procede la palabra “Soberano”, ésa que se supone os califica? ¿”Nacional”, precisasteis? Si en el mundo global que nos queréis imponer debe dejar de imperar la soberanía nacional sobre la que, se supone, estáis asentado, ¿qué queda entonces de vos? ¿Qué sois? No sois nada entonces. Ni siquiera simbólicamente. Ya ni siquiera sois el jarrón de ornamentación que hasta ahora habéis sido.
Toso eso es más ampliamente analizado en este video de Rubén Gispert que les ofrecemos seguidamente.
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