[MOSCÚ. 22.3.2024] Escribir sobre Rusia en España es como arar en el mar: lo que el escritor vive y refleja, aunque lo pueda certificar con su propia experiencia, choca contra el prejuicio y la muy extendida voluntad de no saber y de no entender de un público que lo ve todo con los ojos de América. Sentada muy cómoda en su vagón de tercera, España viaja adonde otros la quieran llevar, igual que una vieja maleta.
En los últimos días se celebraron las elecciones presidenciales en la Federación Rusa, proceso al que pude asistir in situ; en las calles, en los colegios electorales, en la capital de la federación y en las de sus repúblicas. Quizá resulte de interés para el lector curioso el leer las impresiones de un testigo que sí estuvo allí, que escribe sólo sobre lo que pudo observar.
I
Los comicios presidenciales no sólo han sido limpios, también han sido alegres. En Rusia, la celebración de las elecciones es una jornada familiar, en la que los hijos acompañan a los padres a las urnas. Además, las votaciones coincidieron con la festividad de Maslenitsa, que llenó de pequeños los colegios electorales, donde reinaba un ambiente de música y baile, juegos y, por supuesto, blinís. (Hagamos un paréntesis: poco a poco, Rusia se vuelve a llenar de niños; las políticas natalistas empiezan a dar resultado y el suicidio demográfico no es una opción de “futuro”.)
Los sistemas de votación no difieren de los occidentales y son bastante más modernos, transparentes y eficaces que los norteamericanos, de cuyos escabrosos recuentos de votos nos sirve de ejemplo el que acabó con el mandato de Trump en 2020. Al revés que en la América de Biden, en la Rusia de Putin los muertos no votan.
Además, los rusos son muy estrictos en eso de ajustar un voto por cada elector: en los colegios hay exactamente tantas papeletas como votantes, protegidas todas ellas por modernos sistemas de impresión y cifrado, para cuyo perfeccionamiento han servido de campo de pruebas los centenares de miles de ataques cibernéticos de Occidente. Si en un colegio hay mil electores, habrá mil boletos con sus correspondientes códigos de seguridad que garantizan que pertenece a tal distrito y a tal mesa. El votante recoge la papeleta, la lleva a la cabina de voto, inscribe su equis y luego deposita la papeleta en la urna, normalmente acompañado de sus hijos pequeños.
Digamos para todos aquellos que tienen por sistema pensar mal de los rusos que trucar la votación no sería sólo un delito, sino un muy torpe error. A Putin no le hace ninguna falta empañar su victoria con un truco de trilero al estilo, por ejemplo, de Sánchez. ¿Para qué tiznar una clara victoria?
II
¿Por qué Putin ha ganado de forma tan clara? Una razón es obvia: Rusia está en guerra con la OTAN, no es el momento de dividirse, sino de cerrar filas. Sobre todo en un país que siempre tiene presentes los sufrimientos y los sacrificios de 1941. Pero también en el voto de los rusos hay un mandato imperativo para su presidente: “¡Protégenos!”. Y se lo exigen al hombre que sacó al país del marasmo liberal de la época de Yeltsin; al dirigente que ha demostrado su capacidad, experiencia y decisión durante casi un cuarto de siglo de recuperación social, económica, moral y militar de Rusia. Todos allí saben qué pasaría si su país volviera a caer víctima de Occidente. Por otro lado, es un voto de confianza en la persona: los porcentajes de voto en otras elecciones marcarán resultados muy diferentes de los actuales. Esta campaña electoral está sellada por un momento de excepcionalidad histórica.
Tampoco hay que menospreciar la inestimable propaganda a favor de Putin que Biden, Borrell, Macron y compañía han realizado. Cuando en vísperas de las elecciones Macron amenazó con mandar tropas a Ucrania y el presidente lituano profirió un absurdo Russia delenda est, el voto de Putin pasó posiblemente del 75 % al 87%. También fueron de gran ayuda esos mapas de la OTAN que dividían la Federación Rusa en pequeños estados cuyos recursos naturales debían de pasar bajo el control directo de Occidente. Ver lo que BlackRock hace con Ucrania da también grandes apoyos a Putin.
III
Comentaba Luis Fraga, uno de los españoles que mejor conocen Rusia, que no se elige a un presidente, sino a un monarca, igual que hacían los franceses con De Gaulle. Putin encarna la soberanía, representa al poder ejecutivo que mantiene cohesionadas las ochenta y siete entidades federales rusas, una complejísima realidad que necesita de una autoridad fuerte para funcionar. Sin esa potestad central, sin esa auctoritas y sin ese imperium, Rusia acabaría disgregándose, convirtiéndose en un Estado fallido, en algo como… España. Pero Rusia tiene un presidente que sale del pueblo. Y tanto uno como otro son excepcionales.
¡ÚLTIMA HORA!
Atroz atentado en el Crocus City Hall, cerca de Moscú
Bien informados estaban estadounidenses y británicos del inminente ataque que un comando de terroristas islámicos iba a perpetrar contra civiles en Moscú. ¿Cómo podían saber tanto y con tan exacta precisión? Mientras reflexionan sobre ello, les invitamos a recordar otro atentado terrorista, el acaecido en Sarajevo el 28 de junio de 1914. Costó la vida al archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona imperial, a su esposa… y, en el curso de la I Guerra Mundial que se originó por su causa, a varios millones de europeos.
A diferencia de ahora, las autoridades serbias no enviaron ningún aviso a sus ciudadanos.
Éste es el aviso que, con una precisa antelación de 48 horas, les ha enviado a sus ciudadanos la embajada de EE. UU.
¡Ya está aquí el N.º 5 de nuestra revista!
Tema central: la leyenda negra
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15 € (el número 5)
10 € (cualquier número anterior)